El drama de la Biblia en seis actos: El pueblo renovado de Dios

por Revista Hechos&Crónicas

Acto 5 – El pueblo renovado de Dios

En los actos anteriores pudimos ver brevemente el plan estratégico de Dios y llegamos al acto #4 donde acto de amor más grande que ha existido tuvo lugar en un madero hace poco más de dos mil años. Jesús es el cumplimiento de la historia de Israel y el nuevo comienzo para toda la raza humana.

La muerte vino a través del primer hombre, Adán. La resurrección de la muerte viene a través del  nuevo hombre, Jesús. La intención original de Dios ya está redimida.

La Gran Comisión

Si la victoria clave ya está asegurada, ¿por qué entonces hay un acto 5º? La respuesta es que Dios quiere que la victoria de Jesús se esparza por todas las naciones del mundo. El Jesús resucitado les dice a sus discípulos: «¡La paz sea con ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes».

Este nuevo acto del drama cuenta la historia de cómo los primeros seguidores de Jesús  comenzaron a difundir las buenas nuevas del reino de Dios.

El incipiente desarrollo de la extensión del mensaje de la Cruz, el amor redentor comenzó a correr en aquel momento que, desde lo humano, podría haber sido nefasto: el líder vencido en una muerte tan indigna como la de los más viles delincuentes. Sin embargo, al tercer día resucitó. Ahora es tiempo de compartir su amor en la tarea de la predicación del Evangelio. El compartir las buenas nuevas, que dan fe y esperanza a la humanidad acerca de un nuevo comienzo, una nueva tierra y una existencia plena en un tiempo que no terminará jamás. Es tiempo de anunciar el perdón de pecados y la reconciliación con Dios.

Los discípulos de Jesús fueron dispersándose por el mundo conocido bajo el mandato de Él mismo les dio: La Gran Comisión, dice Mateo 28:16-20.

Desde allí, comenzaron los viajes misioneros, como los de Pablo junto a Bernabé y Juan Marcos, con todas las vicisitudes que relata el libro de Los Hechos de los Apóstoles. Cada uno de los discípulos se dispusieron en dar a conocer lo que vieron y oyeron. Esa tarea se fue reproduciendo en el tiempo, en el espacio, en el desarrollo de la historia. Cruzando límites de ciudades, países, ríos y océanos.

En nuestros días la extensión de la predicación también está representada por hombres y mujeres que viajan a otros países, se exponen a otras culturas, idiomas, costumbres con el fin de hacer más discípulos. Naturalmente esto no es menester de unos pocos, sino de todos aquellos que amamos a Dios y fuimos alcanzados por su amor. Es responsabilidad de cada uno. Hoy, en tiempos de dificultad las personas están más abiertas a recibir el mensaje de Jesucristo. Debemos ser portadores y emisores de esa gran noticia. Dar ánimo y esperanza basada en aquel que, siendo Dios, se hizo hombre y sufrió lo que todos nosotros sufrimos para darnos un lugar seguro: “un futuro y una esperanza”, como dice Jeremías 29:11.

¡Vayan, vayan!… Caminen, hablen, compartan. ¡Es urgente! Las personas necesitan reconciliarse con Dios. Si no somos nosotros, ¿quién irá a darles el mensaje esperanzador? Este es tu tiempo para compartir a Jesús ¡no lo dejes pasar!

Por: Esteban Fernández. Pastor y director del Ministerio Latino de Bíblica. Presidente del ministerio de capacitación a líderes “Nuestra Fortaleza”.

Foto: Jcomp – Freepik (Foto usada bajo Licencia Creative Commons).

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