Entendiendo el propósito de Dios

por Revista Hechos&Crónicas

El matrimonio no es fácil, pero siempre es una bendición cuando sabemos cimentarlo sobre la Roca. Esto es lo que nos enseñan Andrés Izquierdo y Sandra Polanco con su testimonio de amor, restauración y fe. Dios puede reconstruir las ruinas aun cuando todo parece irreparable.

¨Amor¨ a primera vista

Andrés y yo nos conocimos en 1993 a los 18 y 19 años y desde ese momento, siempre estábamos juntos. Andrés me acompañaba al colegio y yo a su universidad, salíamos con nuestros amigos y con mi hermano, nos quedábamos en las casas de cada uno, hacíamos planes todos los fines de semana, hacíamos ejercicio, íbamos a conciertos…

Todo era felicidad. Los planes también incluían pasar tiempos solos y luego de algunos meses, sobrepasamos los límites de un noviazgo… Recuerdo que, de pequeña, mi abuelita nos llevaba a su iglesia y oíamos las predicas de Luis Palau. Esas bases siempre darán fruto.

Yo asistía a Casa Sobre la Roca desde los 15 años porque mi mejor amiga me invitaba a los grupos de jóvenes. Sin embargo, ni ella ni yo éramos las más cumplidoras de lo que nos enseñaban. Un día, me pidió que la acompañara a una cita con uno de los pastores para tratar un tema de una amiga que las dos conocíamos y la verdad, en el momento yo no entendía qué hacía ahí…. El pastor terminó la reunión y oró por las tres, pero se detuvo especialmente en mí, tanto, que pensé que se había equivocado porque hacia énfasis en una guía muy especial para mí.

Ese día en la tarde mi amiga que tenía mi mismo nombre, tenía una cita médica y le entregaron dos bonos de laboratorio por error. Yo aproveché ese bono que le sobraba para hacerme una prueba de embarazo en un laboratorio que quedaba justo en frente de la Iglesia.

Al año y medio de estar juntos, nos enteramos  de mi embarazo de una manera al parecer muy casual, pero más adelante nos dimos cuenta que fue demasiado planeada por Dios para enfocarnos en Su camino. La noticia no nos cayó como un baldado de agua sino de hielos gigantes…. Jamás pensamos que eso nos podía pasar. Mi cabeza tenía imágenes de mi mamá, de mi futuro, de Andrés, de mi universidad, de, de, de… Ese día era un miércoles y por esta razón, en medio de la confusión, cruzamos la calle y ya estábamos nuevamente en nuestra Iglesia a las 7 pm.

Entramos llorando e inmediatamente el pastor con el que habíamos estado en la reunión, salió por un lado y nos abrazó y nos llevó a la parte de atrás en donde también estaba Patricia Espíndola y nos escucharon muy atentos, con una calidez y amor que solo podía venir de Dios.

Nunca olvidaremos las palabras hacia Andrés (debes ser fuerte como un roble porque vendrán pruebas muy difíciles…) Declararon también que mi bebé sería una gran bendición para toda nuestra familia.

Segunda Temporada

Caminando a ciegas

Ese día salimos muy tranquilos y muy interesados en hacer las cosas bien. Nos casamos por lo civil y recuerdo que siempre que intentábamos hacer los trámites para casarnos por la iglesia, venían las presiones y los obstáculos de los que nos habían hablado y no sacábamos el tiempo. Pasaron los años y aunque íbamos a la iglesia los domingos, nos dejamos llevar por el día día en mi universidad, en el trabajo de Andrés y en nuestra vida social.

Pasábamos mucho tiempo con amistades que no tenían nuestras mismas creencias pero que nos divertían mucho. Sabíamos que no estaba bien, pero seguimos nuestras emociones y empezaron a llegar amigos de rumba en la vida de Andrés y en mi caso, amigas que me apartaban de la casa.

Empezaron las peleas, los celos, las mentiras, la desconfianza y cada vez nuestra relación era más lejana… Mis trabajos en la universidad, mis horarios, nuestra hija, las reuniones de Andrés, los  jueves y viernes de celebraciones en las empresas. Todo era propicio para distanciarnos y ponernos en contra, sumado a esto estaba nuestro enfriamiento espiritual que poco a poco se congeló.

Había algo muy extraño y era que los dos sabíamos que nos amábamos, pero no había poder humano que nos acercara…. Hoy en día entendemos cómo Satanás usa todos los enemigos del matrimonio para alejar a las parejas y en nuestro caso los utilizó todos, incluyendo la infidelidad.

Este último enemigo fue lo más fuerte que pudimos soportar y luego de sufrir no solo nosotros sino nuestra hija y nuestras familias, nos separamos al cumplir los 10 años de “casados”.

Tercera temporada

El verdadero amor

No podríamos expresar todo el sufrimiento por el que pasamos e hicimos pasar a nuestra hija y a nuestras familias… todos trataban de centrarnos y de acercarnos nuevamente a Dios y nosotros no entendíamos, y cada uno desde su camino se alejaba cada vez más. Nos unía nuestra hija y por eso tratábamos de manejar una relación cordial pero distante. Nuestros sentimientos eran cada vez más confusos, y más, cuando los dos optamos por involucrarnos en relaciones de noviazgo que no iban a dar fruto.

Durante el tiempo en el que estuvimos separados (dos años aproximadamente), asistíamos eventualmente a la Iglesia (Andrés más que yo) pero continuábamos con nuestra vida normal caminando en una cuerda floja que parecía segura. Lo que cada uno vivió en este tiempo fue definitivo en las decisiones que tomamos a futuro. En mi caso fue tanto lo que Dios hizo en mí, que lo compartí durante uno de nuestros congresos de la iglesia.

Cuando me preguntaban por Andrés o a él por mí, hablábamos del pasado y jamás consideramos la opción de volver porque además “no sentíamos nada” el uno por el otro. Yo hasta lo escuchaba como amiga y recuerdo que hasta fuimos a un concierto juntos.

Pasó el tiempo, y de un momento a otro, cada uno se conectó con Dios por su lado y de una manera increíble empezó a mostrarnos de una manera muy linda, todos los errores que habíamos cometido y que estábamos cometiendo; y esto nos llevó a una confrontación individual que fortaleció nuestra relación con Él y que nos dio tema para muchas charlas futuras.

Un día en mi trabajo como psicóloga en el sector financiero, tenía un grupo de 15 candidatos a un cargo y mientras observaba al grupo y anotaba algunas cosas, Dios empezó a hablarme de manera increíble y empecé a escribir todo lo que me decía en medio de esas personas. Escribía cosas como: “Si tuviste ese fracaso por no obedecer, ahora ¿cómo crees que terminarán tú y tu hija con la vida que estás llevando? Haz las cosas bien para que te vaya bien, tengo muchas bendiciones para ti, ¿por qué no las quieres?”

Yo solo escribía y escribía y se hacía un nudo en mi garganta. Llamé a mi mamá y le pedí que pasara por mi hija para que se quedara en su casa… quería estar sola y pensar y llorar (no había llorado ni por la muerte de mi hermana que justo fue en el tiempo de la separación).

Llegué a la casa y lloré demasiado por todo lo que había pasado en mi vida y por todos los errores que había cometido, yo. ¡Ya no culpaba a Andrés! Le pedí perdón a Dios y le pedí que me ayudara a corregir todo lo que estaba haciendo mal. Llamé a la persona con la que estaba saliendo y le dije que no podíamos seguir.

Dos horas más tarde (11pm) llamó Andrés. Él nunca llamaba a mi casa, si necesitaba a nuestra hija, la llamaba a su celular. Entonces le contesté “Juli no está” y él me dijo “no llamo por ella, te llamo a ti porque Dios me dijo que te llamara”.

Él estaba viviendo al mismo tiempo algo similar de confrontación y esa tarde llegó a mirar los álbumes de fotos y también lloró y también pidió perdón por todo lo que había hecho mal, Dios le habló de manera sobrenatural, le dijo que me llamara y él obedeció.

Un cielo nuevo, una tierra nueva

En adelante nos esforzamos por hacer todo como Dios nos decía. Fuimos amigos un tiempo, fuimos novios otra vez y cuando llegó el momento de volver, nos casamos en nuestra iglesia y recibimos las bendiciones que Dios nos había prometido. Tuvimos tres hijos más y fueron abiertas las puertas del cielo en todos los frentes de nuestras vidas. Hoy en día nuestra primera hija ya es médico y ha sido nuestra hermosa bendición. En este tiempo hemos pasado por otras pruebas (nunca tan fuertes) pero en unidad y amor hemos salido fuertes, firmes y estables.

Durante un tiempo servimos en el ministerio de Casa2 y nos encanta atender esos casos que parecen sin esperanza, poniendo siempre nuestro ejemplo como un caso que parecía perdido, pero en el que el Señor hizo todo nuevo. Seguimos el ejemplo de nuestros amados pastores Jaime Gómez y María Eugenia, quienes nos apoyaron en este proceso y nos enseñaron el camino a seguir de la mano de Dios.

Desde que fuimos restaurados, tenemos claro que serviremos por siempre y lo hemos hecho desde Casa2, Alabanza (Andrés guitarra y yo voz) y actualmente desde el ministerio de Ejecutivos y Empresarios en Casa Sobre la Roca Sabana Norte en donde nuestros pastores Mario y Cristina Santa han estado siempre ahí, como guía, apoyo y ejemplo de amor para toda nuestra familia. Escribimos este testimonio de manera sencilla, pero con la seguridad que Dios tocará muchos corazones.

Fotos: Archivo particular. 

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