Consejos para evitar la depresión en sus hijos

por Revista Hechos&Crónicas

Uno de los grupo poblaciones más afectados por la pandemia han sido los niños debido al cierre de los colegios, la poca interacción social con sus amigos y abuelos, entre muchas otras causas.

Hechos&Crónicas compiló algunos consejos de los pastores y consejeros Mario e Isabel Arcila de la iglesia cristiana Casa Sobre la Roca Bogotá para que los más pequeños no caigan en depresión.

1. Amor y afecto

La principal causa provocadora de depresión en los niños es falta de amor y afecto de parte de los papás. Eso hace que se instalen esquemas pensantes de resentimiento y auto conmiseración. Dios ha construido de tal manera el mecanismo mental de un niño, que automáticamente recurre a sus papás, en busca de afecto. La necesidad emocional de amor de un niño, iguala su necesidad física de ingerir alimento.

En mi opinión, una de las razones por las cuales tantos adultos sufren de crisis depresivas hoy en día, es por el hecho de no haber sido amamantados al nacer. La lactancia materna es irremplazable, para la sanidad interior del hijo y sus emociones. Todos los niños ansían el afecto. Si lo reciben desde el momento en que nacen, se va a desarrollar normalmente y resulta fácil expresar a su vez el afecto. El niño hambriento de amor, es frío y puede desarrollar una compulsión obsesiva de afecto.

2. Aceptación

La necesidad de ser aceptados, se manifiesta no solo en su relación con sus papás en el hogar, sino también en su apariencia, capacidades y hábitos. Tiene una gran bendición el niño que sabe que fue deseado por sus papás antes de nacer. Dolorosamente contrario, hay muchos niños que empiezan la narración de su vida, con estas palabras: “Yo fui una equivocación, mis papás no querían tenerme”. Esa carga mental es muy difícil de superar. La mayoría de los conflictos de personalidad en la reacción padre e hijo, suceden por la reacción del papá, ante sus propias debilidades planteadas en su hijo. Un padre irresponsable odia la debilidad de él mismo y por consiguiente lo desprecia en su hijo y reacciona violentamente. No se puede esperar que el niño entienda que el rechazo no es contra él. El hijo, como niño que es, interpretará las acciones de su papá como un total rechazo.

El papá maduro, se reconocerá a sí mismo en su hijo, tanto emocionalmente como físicamente y mentalmente. Si ha aprendido a aceptarse, aceptara muy fácil a su hijo. Y una vez comunicada, dicha aceptación, puede ayudarle cariñosamente a superar sus debilidades.

3. Evitar la ira en el hogar

La ira destructiva se manifiesta de muchas maneras, todos perjudiciales para los niños que son tan egocéntricos por naturaleza, y la irritación de los papás, automáticamente les crea la idea, de que son la causa de los problemas y el objeto de la ira. Ese enojo forma niños resentidos e inseguros que como ya lo hemos visto, se suma a su comportamiento negativo y aumenta la ira del papá. Los papás jóvenes son muy impacientes.

Cuando se ven enfrentados a la inmadurez y con frecuencia a la exasperante actividad de un niño, su impaciencia, se manifiesta en palabras groseras, improperios, castigos muy duros, que agravan el cuadro de auto rechazo e inseguridad del niño y lo preparan para la auto conmiseración, y la depresión.

4. Manifestación amorosa de los papás en el hogar

Una de las mejores cosas que puedan hacer los papás para promover la sensación de seguridad, afecto y amor en los hijos, es demostrar abiertamente su mutuo amor en el hogar: ver televisión cogidos de la mano, abrazados, arrunchados; besarse tiernamente, abrazos inesperados, palabras de afirmación el uno por el otro y actos de servicio entre ambos. Cuando el hijo observa que sus papás se demuestran abiertamente su mutuo afecto, desarrollara una predisposición a la seguridad y el afecto y sobre todo, una excelente actitud mental. Muchas de las neurosis emocionales que los niños presentan hoy, probablemente se hubieran evitado, si hubieran experimentado las manifestaciones amorosas en sus padres.

5. Pautas a seguir

Los niños necesitan límites y pautas para dirigir sus comportamientos. Estas reglas deberán ser simples, claramente definidas y administradas con amor. Cambiarán constantemente de acuerdo a la edad del niño.

Como papás sabemos que cuando establecemos un límite o una pauta de convivencia, el hijo nos pondrá a prueba y no podemos esperar que nos la agradezca.

He visto a niños burlarse los límites, molestar a sus papás, y cuando han logrado que las quiten; pierden el respeto por sus mayores.

6. Disciplina… ¡Qué alivio!

La Biblia es clara en decir que si no disciplinamos a los hijos, es porque no los queremos. Niños indisciplinados, no se consideran bíblicamente. Proverbios 22:15.

Los educadores enseñan que la mejor forma de aprender es cuando el conocimiento se acompaña de emoción. Una forma adecuada de disciplina, cuando se aplica con amor, le hace una profunda impresión al niño. Todo niño debe aprender que no puede hacer todo lo que quiera en la vida ni es él quien manda en el hogar. Si no se le disciplina, no va a aprender lecciones valiosas que necesitará en la vida.

Con la disciplina, el niño se siente culpable por haber actuado mal; y aunque le duela el castigo, recibe alivio mental. Es por eso que cuando un niño ha sido disciplinado, demuestra un mejor comportamiento. Los papás que se niegan a disciplinar a sus hijos, les están negando calmar sus conciencias.

La disciplina no aplasta ni ahoga el espíritu del niño, cuando se aplica correctamente. Al contrario, el niño que recibe corrección, tiene la seguridad que sus papás lo aman.

7. Firmeza

Ser firmes es lo más importante del esfuerzo disciplinario. Hay que fijar pocas reglas cuya violación signifique una disciplina; pero, una vez establecidas; hay que aplicar la pena sin dudar un instante.

8. Debemos ser justos, ningún niño es perfecto

Los papás deben proyectarle la imagen, de que están dispuestos a discutir con ellos, las reglas y normas fijadas. El niño se siente siempre mejor, cuando ha podido ventilar sus sentimientos en el tribunal de justicia familiar; aún cuando no haya violado ninguna norma.

9. Infórmeles a los niños desde temprana edad, sobre el amor de Dios

Los niños criados en un hogar cristiano son realmente afortunados porque además del amor paternal, todo ser humano necesita contar con la seguridad y la certeza del amor de Dios. Es un mensaje que los papás deben comunicarle a sus hijos desde la más tierna infancia. Cuando los niños reciben del amor de Dios, tienen una gran seguridad; y en algunos de ellos, es la seguridad que puede compensarles por la falta de amor paternal y les ayuda a generar una actitud correcta hacia la vida.

10. Ayudarles a evitar pensamientos negativos

Los esquemas de pensamiento se aprenden muy temprano en la vida. Debemos vigilar atentamente a los niños, para detectar signos de negativismo o derrotismo, especialmente aprendidos en los medios de comunicación que aunque parecen inocentes, los invitan a hacerse daño e incluso al suicidio.

El niño debe desarrollar la actitud mental, según el antiguo adagio: “Todo se puede hacer, si se pone suficiente empeño”. Aquí debemos aclarar el manejo de Filipenses 4:13. No se trata de lograr la victoria. Se trata que en Cristo estoy capacitado para pasar la prueba. El lograr tener una vida positiva y de logros, es el resultado de una paciente y permanente afirmación, repetida por los papás y familia.

11. La enfermedad del rezongo

Los niños que “rezongan” con frecuencia, se predisponen para la depresión. Como papás debemos tomar serias medidas para evitar que los niños llenen el ambiente familiar con sus críticas. Hay niños que expresa críticas o dicen cosas negativas, nada les satisface. Hay que enseñarles que rezongar, es contrario a la voluntad de Dios. 1ª Tesalonicenses 5:18.

Al primer “pero”, hay que pararlo, diciéndole: “No hay pero que valga. De ahora en adelante, no vas a rezongar más. Este es un hogar feliz y queremos que nos ayudes a mantenerlo así”.

12. La autoconmiseración, no corregida

La autoconmiseración es un natural esquema de escape, para el niño que no puede competir en un mundo adulto. Con permanentes y amables instrucciones, debemos enseñar a los niños a librarse de ese esquema pensante, de ese sistema de pensamiento; que de formarse, deberá ser destruido a la fuerza y de una manera dolorosa, más tarde para evitar la depresión.

Es el momento de que asuma su responsabilidad como adulto, debe asumir también su responsabilidad espiritual delante de Dios, aceptando y viviendo las consecuencias de sus decisiones, en cualquier edad.

13. Enseñarles a ser agradecidos

La actitud permanente de acción de gracias, levanta el ánimo y elimina la depresión. A los niños que se les enseña a ser agradecidos con Dios, en primer lugar, y luego agradecidos con sus papás; tienen casi ganada la victoria, contra futuras posibles depresiones.

Los niños tienen una asombrosa capacidad para aprender las verdades espirituales y con frecuencia les resulta más fácil que a los adultos comprender que Dios todo lo hace siguiendo un plan; aún para las circunstancias adversas. Enseñémosle a los hijos desde la más tierna edad a dar gracias en todo 1ª Tesalonicenses 5:18., y guiémoslos en el camino correcto como dice Proverbios 22:6.

14. Veamos a nuestros hijos a la luz de lo que serán.

La mayoría de los papás ven a sus hijos tal cual son, y no como habrán de ser. Cuando los hijos son pequeños, debemos proyectarlos en nuestra imaginación, según sus transformaciones, y así podremos hacer énfasis, en lo que creemos conveniente y captar sus potencialidades.

De no ser así, la realidad del presente, puede no permitirnos ver más que un muchachito egoísta, siempre demandando atención, dinero, compañía, lo que él cree que necesita solo él. Feliz el niño que sus papás reconocen que por la gracia de Dios, crecerá para ser algún día, un adulto bien adaptado, hombre, mujer de bien y exitoso.

15. Dar un buen ejemplo

El mejor sistema de enseñanza para cualquier niño, es el ejemplo de sus papás. Seguirán los pasos de los papás que viven en el negativismo, la autoconmiseración, o en la auto desestimación. Pero si ve que los hábitos de sus papás son antidepresivos, imitará esos buenos hábitos.

La pregunta es: ¿Qué tan buen ejemplo soy para mis hijos?

Casi todos los entendidos de la materia sobre la depresión, afirman que la depresión tiene una incidencia familiar. Se confirma quienes tienen papás deprimidos, tienen el mismo vocabulario, y manifiestan el mismo sistema de creencias, sistema pensante. No podemos cambiar el temperamento de nuestros hijos, pero sí podemos controlarlo y debemos dirigir su educación.

Todos los papás deben plantearse este dilema: “Si mi hijo al crecer pensara y hablara como yo, ¿demostraría sanidad del corazón, estabilidad emocional, buenas relaciones interpersonales, servicio al prójimo?, O tal vez, ¿Demostraría síntomas que anticipan la depresión? ¿Me gustaría que mis hijos siguieran mis pasos y mi ejemplo?

Por: Mario e Isabel Arcila, pastores y consejeros de la Iglesia Cristiana Casa Sobre la Roca Bogotá.

Foto: Kat J / Unsplash (Usada bajo Licencia Creative Commons)

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