Cómo tener un hogar emocionalmente cálido

por Revista Hechos&Crónicas

La familia es el núcleo básico de la sociedad, el entorno en el que un ser humano debe sentirse seguro y amado. Sin embargo, muchas familias están al borde del colapso, pues parece que el termómetro emocional está a punto de estallar. Si este es su caso, le contamos cómo puede mejorar las relaciones en su hogar.

Un hogar emocionalmente cálido es aquel en el que todos los miembros de la familia se sienten tranquilos, libres de ser quiénes son y se respira paz sin importar las circunstancias. Sin embargo, el choque de temperamentos, el día a día y la falta de comunicación, hacen que esa calidez tan necesaria se pierda y si no se hace algo al respecto, la familia estará en grave peligro.

La escritora cristiana Elizabeth George asegura que las mujeres son el termostato del hogar, capaces de determinar la temperatura. Sobre esto, Cristina García de Santa, directora del ministerio Mujer Integral de Casa Sobre la Roca Sabana Norte, asegura: “las mujeres hemos sido dotadas de algo único: una sensibilidad de darnos cuenta cuando el esposo está mal, el hijo preocupado o la niña achantada. Como dice Elizabeth George, nosotras somos el termostato del hogar, diferente del termómetro que mide la temperatura, el termostato determina la temperatura.

Como esposas y mamás nos damos cuenta de cuándo el ambiente está muy frío y Dios nos da la sabiduría para poner el calorcito que hace falta. Lo mismo cuando esa sensibilidad nos lleva a darnos cuenta que la cosa está muy caliente, podemos enfriarlas para calmar los ánimos, hablar con uno o con otro. Dios nos dio ese don, pero hay que saber usarlo”.

Aunque las mamás tienen ese don especial, no son las únicas responsables de la calidez del hogar. Para Francisco Pérez, máster en Psicología Clínica y de la Salud de la Universidad Complutense de Madrid, “el clima emocional en el hogar es una responsabilidad compartida. Por lo tanto, cada uno, en la medida de sus posibilidades, puede contribuir a que sea la armonía la que predomine y no el conflicto o el enfrentamiento. Sin embargo, los mayores esfuerzos para conseguir este objetivo deben realizarlos los padres. Ellos son los responsables últimos de lo que sucede en casa; por otro lado, los niños adquirirán una cuota de responsabilidad mayor a medida que crezcan. El clima en el hogar es una receta en la que todos contribuyen en función de su edad y posibilidades”.

¿Cómo conseguir esa calidez?

Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su creador. Colosenses 3:8-10, 14.

Lo primero, según el doctor Pérez, es identificar los problemas que se tienen, no los comportamientos, pues al ir a la raíz del problema, los comportamientos mejorarán. “Una vez que ya sabemos cuáles son los problemas y sus características, entonces estaremos en condiciones de establecer unas pautas para mejorar el clima familiar en el hogar”, asegura.

Es importante que todos puedan sanar y perdonar las situaciones vividas y entren en sintonía para manejar esos problemas, con respeto, empatía y amor, y, sobre todo, sin juzgamientos ni egoísmos.

También es importante clarificar los roles de cada miembro de la familia. A veces los problemas ocurren por falta de identidad. Si se tiene clara la identidad en Cristo y el rol que se cumple dentro de la familia, aumenta la cooperación entre todos. Para esto, es clave que el rol de los padres no sea autoritario sino democrático, pero con límites que permitan mantener su autoridad.

Otro punto clave para que la familia viva en armonía, es compartir tiempo de calidad, de risas y diversión, donde la rutina no los ahogue, sino que puedan liberarse del estrés cotidiano. De acuerdo con una investigación publicada en Psychology Science of Therapy, es fundamental realizar actividades que fomenten la convivencia familiar para lograr un sano desarrollo emocional y cognitivo. Tener una buena relación con los hermanos y padres fortalece los vínculos afectivos y mejora la autoestima de cada uno de los miembros de la familia.

Compartir este tipo de actividades fomenta la comunicación en el hogar, permite fortalecer relaciones y solucionar más fácilmente los problemas, brindando unidad a los miembros de la familia para que caminen hacia un mismo propósito.

Les suplico, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo propósito. 1 Corintios 1: 10.

Por: María Isabel Jaramillo – isabel.jaramillo@revistahyc.com

Foto: Jonathan Borba – Unsplash (Usada bajo Licencia Creative Commons)

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