¿Codependiente o interdependiente?

por Revista Hechos&Crónicas

¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo. 1 Corintios 10:10.

De niña, mi ídolo y modelo, era mi padre, entre comillas, el hombre perfecto. Siempre procuraba su aceptación y aprobación. Enfocaba en él toda mi atención, para agradarlo; suponía, que este comportamiento, era normal, no sé, de pronto, lo hacía por agradecimiento o admiración, al enterarme que él fue quién me recibió al momento de nacer.

A los 17 años, el ídolo se derrumbó, el dolor y la decepción fueron muy grandes. Empecé a buscar la aprobación en mi entorno, inconscientemente a depender emocionalmente de otras personas, en especial, las del de sexo opuesto. Cuando tenía un novio, me dedicaba por completo a él, a cuidarlo, consentirlo, agradarlo, sin importar lo que yo sentía o me hacía falta.

La codependencia

Procurando entender más a fondo este comportamiento, del por qué una persona vive su vida a través otra, a costa de sus legítimas necesidades, yendo más allá de lo que es el verdadero amor, me di a la tarea de investigar un poco más y me di cuenta que aquella conducta señalaba síntomas muy claros de codependencia.

John Bradshaw, educador estadounidense, consejero y orador, en su libro: Homecoming, define la codependencia como: “Una enfermedad, cuya característica principal es la falta de identidad propia”.

Algunas particularidades

Según el mismo Bradshaw, el codependiente:

– Pierde la conexión con lo que siente, necesita y desea.

– Si es dulce y agradable aunque no lo sienta, es porque busca aceptación.

– Cree que su valor como persona, depende de la opinión de los demás.

– Da más importancia a los demás que a sí mismo.

– Se crea un yo falso, pues en realidad no está consciente de quién es y está tan desconectado de sus propios sentimientos, que asume la responsabilidad por las acciones de los demás.

– Se avergüenza por lo que hacen otras personas y toma las cosas de una manera personal.

– Invierte una enorme cantidad de energías en mantener una imagen o un estatus para impresionar porque su autoestima es muy baja, ya que depende del valor que los demás le otorgan.

El amor y la codependencia

Como respuesta negativa hacia el amor, se suele cruzar, la delgada línea que existe entre este y la codependencia. No es raro, encontrar personas sumidas en relaciones destructivas, de las cuales no quieren soltarse. Esto es, una manifestación poco saludable para las relación de la pareja, porque cuando la felicidad de uno de ellos depende del otro, este, deja de ser quién verdaderamente es y no se siente capaz de expresar su verdadero yo.

Este comportamiento, es necesario aceptarlo y cambiarlo, ya que las personas codependientes presentan una serie de características o señales que se deben detectar a tiempo, para el crecimiento y afianzamiento sano de una la relación.

Juan Armando Corbin, Licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires, Máster en Recursos humanos, describe algunos síntomas que lo caracterizan:

  1. Se sienten responsables de los sentimientos de la pareja.
  2. Se dejan llevar por la parte emocional más que racional.
  3. Se sienten usados y victimizados cuando las cosas no salen bien.
  4. Tienen límites poco claros.
  5. Son controladoras.
  6. Son obsesivas.
  7. Tienen baja autoestima.
  8. Habilidades sociales pobres.
  9. Niegan la realidad.
  10. Quedan atrapados en una relación tóxica.
  11. No son emocionalmente inteligentes

No es un comportamiento altruista

No se puede confundir, el procurar el bienestar honesto y sincero en una relación, con la codependencia, no es lo mismo, Según Corbin: “La persona codependiente es, una especie de controlador y manipulador más silencioso, que pasa todo el tiempo pendiente de conseguir lo que piensa que su pareja necesita. En este intento de proteger al otro deja de ser él mismo. Su intención puede parecer altruista, pero en realidad no lo es.

Las relaciones codependientes no son sanas y tienen un efecto negativo en la felicidad de la persona que es codependiente y de la pareja, pero también afecta a su trabajo, su salud e incluso otras relaciones interpersonales”.

Sanando emociones

Para sanar la codependencia, hay que reconocerlo, restaurar la autoestima, recobrar la identidad en Cristo, recordar, que, la primera área que Dios quieres sanar, es el corazón, porque este, es el centro de todas las emociones. La consejera Gladys Luna, de Casa Sobre la Roca, en su libro, Libertad, escribe una oración para guiar a las personas en este proceso: “Padre, necesitamos hoy de tu ayuda. Solos no podemos, ayúdanos a escudriñar. Escudriña nuestra mente, escudriña nuestro corazón, Señor. Si permitimos que lo que hay contrario a tu verdad en nuestra mente pase a nuestro corazón, vamos a actuar mal y vamos hacer daño a otros. No queremos dañar nuestro corazón, no queremos dañar a otros y no queremos contristarte. Queremos tener un corazón sano, un corazón arrepentido, un corazón alegre, un corazón lleno de amor de Cristo”. Hermosa oración, de gran ayuda.

Interdependencia, lo más saludable

Lo opuesto a la codependencia es la interdependencia, donde se pasa de depender emocionalmente de otra persona, de vivir la vida a través de ella, a relacionarse bilateralmente, de forma recíproca. Este proceso conlleva cuidados y atención mutua en la pareja. Fijar los límites saludables para mantener convicciones y evitar ser vulnerados y manipulados.

La Biblia aborda este tema, diciendo cómo debemos relacionarnos unos con otros. La interdependencia, es el estado de ser mutuamente responsables ante los demás, compartiendo un conjunto común de amor, principios y comunión. En cuanto a la pareja, bíblicamente, se indica, que ambos cónyuges dependen uno del otro para completarse, es, la ayuda adecuada, con la que se ha de seguir el camino marcado por Dios.

Respecto a la “ayuda”, el Reverendo Darío Silva-Silva, presidente de Casa sobre la Roca, escribe en su libro, Sexo en la Biblia lo siguiente: “Dicho en términos de hoy, el matrimonio es una sociedad limitada en la cual el hombre, representante legal del Gran Empresario Universal, marcha hombro a hombro con su socia, la mujer, en el ejercicio sobre la mayordomía sobre los recursos, las finanzas, y las posesiones puestas a su disposición generosamente por el dueño de todo y de todos”.

Por: Hilda Cristina López Carvajal / Twitter: @forjatalentos

Foto: Master1305 – Freepik  (Foto usada bajo Licencia Creative Commons)

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