Gordofobia, una cultura que odia los kilos extras

por Revista Hechos&Crónicas

Pero el Señor le dijo a Samuel: No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón. 1 Samuel 16:7.

Vivimos en un mundo en donde la belleza entra por los ojos. Todos los cuerpos son constantemente criticados por una cultura que sigue unos estándares de belleza superficiales, pues nunca faltan los comentarios sobre la apariencia física, que si estás bien peinado, si tienes la piel libre de acné, si tienes estrías o celulitis, si estás muy flaco o muy gordo. Al terminar el día, todos estos comentarios generan un impacto negativo ocasionando baja autoestima y problemas alimenticios, y afectando a la vez el entorno laboral, familiar y espiritual.

Tanto hombres como mujeres han sentido una discriminación y/o humillación por no tener el cuerpo perfecto; terminan acomplejados por tener kilos de más, o ejercitando y comiendo verduras todo el tiempo por temor a subir de peso. Se admiran cuerpos ajenos, y se odia el propio, todo esto como producto de una cultura que rechaza la gordura.

¿De dónde surge la gordofobia?

Este término surgió por primera vez en el año 1984, en Minnesota, Estados Unidos, durante un estudio sobre los estereotipos y comentarios negativos hacia los gordos. Poco a poco, las ideas de belleza en los medios masivos y la publicidad hicieron más fuerte los discursos gordofóbicos que relacionaban de manera prejuiciosa el aspecto físico de las personas con su estilo de vida, conducta o personalidad.

Es decir que, si veían a una persona gorda, ya suponían que se debía a una falta de control a la hora de comer, gula, mala dieta o pereza. Este discurso hegemónico ha afectado más que todo a las mujeres, pues hay una presión constante para que sigan un canon de belleza que es machista y misoginia. Anne-Sophie Joly, presidenta de una asociación de grupos que representan a la gente obesa, compartió en The New York Times que “las mujeres son quienes más exigencias enfrentan: deben ser hermosas, pero no demasiado; deben ser delgadas, pero no demasiado; deben ser inteligentes, pero no demasiado, porque no deben opacar a los hombres”. Todo esto a lo largo del tiempo ha terminado por invisibilizar la diversidad de cuerpos y admirar un determinado estilo de vida para alcanzar los altos estándares de belleza.

Obesidad, foco de críticas

En los últimos años han aumentado las tasas de obesidad y con ella la gordofobia crece. Estados Unidos, el país con más personas obesas en el mundo, tiene cerca de 40% de los adultos y 18,5% de los menores con problemas de obesidad, según la organización Trust forAmerica’s Health. Ciudades como Santa Cruz, Washington y Michigan son las que más discriminaciones tienen por cuestiones de peso o altura presentan, además de racismo, identidad religiosa y sexual; sin embargo, son ciudades que cuentan con asociaciones y marchas anti gordofóbicas como the million pound march (la marcha del millón de libras) para mejorar la aceptación y el respeto de los cuerpos.

En Colombia, la situación de obesidad se encuentra en el 56,4% de la población, entre los 18 y 64 años de edad, según la Fundación Gorditos de Corazón, quienes aseguran que: “las mujeres son más propensas al sobrepeso con el 22,4%; los hombres representan un 14,4%. Además, tenemos unas cifras relevantes en menores de edad entre los 5 y 12 años, donde se presenta un aumento del 18,8% y en 2015 subió a 24,4%”. Para combatir la gordofobia, la Fundación ha ayudado a más de 20 mil personas brindándoles apoyo en el área nutricional y psicológica.

¿Cómo combatir la gordofobia?

La Revista Hechos&Crónicas comparte algunas recomendaciones:

– No reducir a las personas a su aspecto físico ni a su cuerpo como un todo. Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno. 2 Corintios 4:18.

– No asociar la gordura con la falta de ejercicio, malnutrición o ausencia de voluntad. Pues, aunque el ejercicio físico trae algún provecho, la piedad es útil para todo, ya que incluye una promesa no solo para la vida presente, sino también para la venidera. 1 Timoteo 4:8.

– Evitar toda ridiculización de las personas en base a características o atributos físicos. No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes. Mateo 7:1-2.

– Repudiar y rechazar los mensajes de odio a los cuerpos gordos, sobre todo en la infancia y adolescencia. Aleja de tu corazón el enojo, y echa fuera de tu ser la maldad, porque confiar en la juventud y en la flor de la vida es un absurdo. Eclesiastés 11:10.

– Recordar que todos los cuerpos son distintos, creación admirable, maravillosos y hermosos sin importar las condiciones físicas. Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Salmo 139:13-14.

– Fomentar una relación respetuosa con el cuerpo, sin juzgarlo ni descuidarlo pues es el templo del Espíritu Santo. ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios. 1 Corintios 6:19-20.

Estigma camuflado

Además de los problemas y patologías que generala obesidad, la gordofobia afecta en la vida social y laboral de las personas, pues suelen ser menos propensos a ser contratados o ascendidos, a recibir salarios más bajos y malos tratos médicos. Jean-François Amadieu, un sociólogo francés que da seguimiento a las percepciones públicas de la obesidad, explica que “los hombres obesos tienen tres veces menos probabilidades de que les ofrezcan entrevistas de trabajo y las mujeres obesas, seis veces menos probabilidades. En Francia, se acostumbra que quienes se postulan a un empleo incluyan fotografías en sus currículos”. La misma sociedad juzga y humilla a las personas por su apariencia física, pues la falsa creencia de que los delgados poseen un mejor estilo de vida ha terminado por encasillar a los gordos como perezosos y sin autocontrol.

A pesar de que la gordofobia afecta negativamente a las personas gordas, se ignora que es un fenómeno que también afecta a las personas delgadas, ya que, frente a tantos estigmas y discriminación, nace el miedo a lo que te espera si no cumples con el cuerpo perfecto. Agregado a esto, las expresiones y palabras para referirse a un gordo se han convertido en diminutivos eufemísticos como: subidita de peso, regordeta, llenita, rellenita, gordita, redondita, gordibuena, curvy, entre otras. Todas estas etiquetas discriminatorias se han normalizado y muchas veces se usan sin caer en cuenta que pueden llegar a afectarle a la persona en cuestión.

¿Realmente es necesario llamar a una persona por su aspecto físico como su peso? Camada de víboras, ¿cómo pueden ustedes que son malos decir algo bueno? De la abundancia del corazón habla la boca. Mateo 12:34.

Activismo antigordofóbico

El Fat Acceptance Movement (Movimiento por la Aceptación de la Gordura, llamado también Orgullo Gordo, Empoderamiento Gordo y Activismo Gordo), nace en Estados Unidos a finales de los años 60 con el fin de denunciar la estigmatización de los cuerpos, especialmente los gordos. Unido a esto, el movimiento body positive (cuerpos en positivo), ha permitido que muchas personas gordas tomen esas críticas gordofóbicas para transformarlas en un discurso de amor propio, aceptación de las diferencias y rechazo a los estereotipos de belleza.

Gran parte de esos movimientos han tomado más fuerza a través de las redes sociales, pues permiten un mayor debate y visibilidad de la problemática. La influencer estadounidense, Virgie Tovar, tiene un lema muy interesante: “Perdamos odio, no peso”. Tovar comparte que vivimos en un mundo donde ser gordo es “malo” y, por lo tanto, merece todo lo malo. “Nadie me dijo nunca que podía ser gorda y feliz,” dice en una entrevista con BBC. Gracias a estos cuestionamientos, las personas han empezado a aprender a querer su cuerpo tal como es, ya no se toman la palabra “gordo” como un insulto, sino que expresan con libertad que sus cuerpos son bellos sin importar el peso.

La gordofobia se expresa en nuestro día a día, afectando la integridad de muchas personas. Por eso, en respuesta a esas posturas negativas, es necesario brindar un mensaje de amor y de respeto, aceptando a las personas por lo que son y no por su apariencia física. A pesar de que la obesidad es un problema de salud, no debe convertirse en un aspecto que caracterice a una persona. Jesús nunca se fijó en el estado físico de las personas, pues no le importó si sufrían de lepra, si eran paralíticos, si eran ciegos o sordos, sino que según lo que había en sus corazones, Él se acercó, los sanó y salvó, pues pusieron su mirada en Él y no en lo terrenal. Así, nosotros debemos imitar a Cristo, amando al prójimo y rechazando las ideas del mundo, pues finalmente lo que perdura en el tiempo es lo que cultivemos en el interior.

Por: Norma Elizabeth Pinzón – norma.pinzon@revistahyc.com

Foto: Jcomp – Freepik  (Usada bajo Licencia Creative Commons) 

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