Llenando el corazón de Dios

por Revista Hechos&Crónicas

Todos los días aprendemos algo nuevo y lo pude constatar una vez más hace unos años. He tenido el privilegio de haber viajado por muchos lugares del mundo en Latinoamérica, África, Europa y Oriente. He visto la necesidad de los hermanos en muchos lugares, pero nunca esperé sorprenderme tanto como en mi último viaje a Haití.

He visto mucha pobreza en mi vida, empezando desde la misma África y pensé que ya lo había visto todo pero qué equivocado estaba con lo que encontré en ese viaje a Haití. Fui a Puerto Príncipe y tuve la oportunidad de dictar un seminario para pastores de diferentes denominaciones. Llegando, pude atestiguar lo que había escuchado y creo se quedaron cortos.

¡Asombroso! Cómo la falta de Dios en los pueblos que produce falta de dignidad. Ver gente muriendo en la calle cual basura humana pero que son verdaderos tesoros a los ojos de Dios. Vi un pueblo desesperanzado conviviendo con la muerte, la suciedad, el hambre y pensé ¿cómo estará el corazón de Dios?

La corrupción del corazón humano hace que la corrupción a nivel social pase desapercibida. Porque no es por falta de ayuda humanitaria, ya que son billones de dólares los que fueron enviados luego del terremoto y nada o casi nada de esto llegó en forma evidente al pueblo.

Mientras tanto, nosotros como iglesia andamos sin dar una respuesta concreta. En este viaje vine con ojos distintos, con ganas de crear programas efectivos, diferentes, transformadores. Vine con ganas de juntar donantes para llevar Biblias y con ganas de entrenar al pueblo porque la Palabra de Dios es lo único puede cambiar esta situación. No hay dinero ni nada en este mundo que pueda cambiar el corazón del hombre, salvo Dios. Por el contrario, la cosa de este mundo lo vuelve más ensimismado, egoísta y orgulloso.

Diferente a quienes creen en Dios, porque encuentran una esperanza, un futuro mejor, prometido en la palabra. Esto marca la verdadera diferencia para mis hermanos y para el país mismo. Eso es lo que quiero, que en un futuro podamos inundar Haití con una nueva traducción al Creole moderno, que sea de fácil lectura. Además de muchas cosas, hay analfabetismo en muchos de nuestros hermanos convertidos y los que no. No podemos llegarles con una versión antigua en francés que aunque conocen, no es el idioma de su corazón. El idioma de la calle no es la koiné que hablaba Jesucristo. Cuando Dios se agrada, nos habla el lenguaje de nuestro corazón, haciéndose cercano como lo hizo encarnándose en Jesucristo.

Hoy hay muchísimas naciones en crisis, por eso sueño con una Biblia para cada persona. No sólo en cada uno de sus hogares, sino que también puedan llevar una Biblia personal en sus mochilas. Que sus bolsos puedan tener la palabra de Dios y ser transformados por ella. Así como pasó con La Reforma. Le preguntaron a Martín Lutero qué había observado después de la reforma y contestó que “Veía muchos cambios, hasta veía a la gente vestirse mejor”.

Creo que la palabra cambiar toda nuestra vida. Esto es el motor de mi pasión y la felicidad de trabajar como presidente de la Sociedad Bíblica Internacional para Latinoamérica. Si puedo desde este lugar ayudar a transformar a Haití y las demás naciones en crisis, será algo que llenará mi corazón pero lo más importante es que llenara el corazón de Dios.

Por: Esteban Fernández. Pastor y presidente para América Latina de Bíblica Internacional Co.

Foto: Tim Marshall – Unsplash

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