Cuatro formas de resolver conflictos

por Revista Hechos&Crónicas

Durante todas las etapas de nuestras vidas nos vemos enfrentados a desacuerdos o inconvenientes que pueden generar conflictos con los demás. La forma como se encaran esos desacuerdos es determinante para  resolver o agravar el conflicto. Hechos&Crónicas explica cuáles son las cuatro maneras más comunes de enfrentar estas situaciones.

Las riñas son causa del 42,18% de homicidios en Colombia, según la Policía Nacional. Cada día del año  (2019) murieron 32 personas en el país por esta causa, es decir que 11.680 personas perdieron la vida en medio de un conflicto que bien pudo resolverse de otra manera.

¿Qué es una riña?

El diccionario la define como “una discusión, pelea o enfrentamiento entre dos personas que generalmente se reprochan algo y se insultan. Suele hacer referencia a una contienda que incluye violencia física para dirimir el conflicto”.

Lo triste de la situación es que los conflictos que se salen de control son más comunes de lo que se cree. La policía asegura que 75% de estos enfrentamientos se da entre familiares, amigos y vecinos, muchos por causa del licor, pero buena parte también por falta de tolerancia.

  1. No maldiga al otro

La primera manera de responder ante un conflicto es externando la rabia que se siente. Ventilar verbalmente la ira, utilizando palabras hirientes y negativas, es decir, maldiciendo.

Maldecir significa hablar mal de alguien manifestándolo con coraje. Rebajar a una persona hasta el piso. Subestimarla. La Biblia dice que esta es una de las peores cosas que se puede hacer.

¿Por qué? Porque maldecir no resuelve el conflicto.

¿Cómo se sintió la última vez que alguien descargó su ira sobre usted?  Seguramente no suavizó sus emociones, ni sintió ganas de abrazar a quien lo hizo. Maldecir no resuelve el conflicto, porque lo único que hace es subestimar a la otra persona para que se sienta lo suficientemente mal como para dejarlo ganar.

¿En qué se beneficia usted al maldecir al otro?

¡En nada! Entre más agresiva sea su respuesta, más grande será su conflicto. La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego. Proverbios 15:1 Usted no debe responder a cada discusión, a veces es mejor quedarse callado y evitar personas dadas al enojo, porque según Proverbios 22:24, el enojo y la ira son contagiosos.

La ira es insensata, demuestra que no se está pensando. Los sabios no pierden los estribos, sino que controlan calladamente el enojo. Los psicólogos afirman que las palabras negativas, despectivas o peyorativas, son increíblemente destructivas y tan tóxicas que dominan a las positivas 4 a 1.

¿Qué hacer?

No permita que el enojo lo domine. Claro que se va a enojar, pero cuando eso suceda, no peque. No deje que el enojo escale y se anide en su interior. Intente resolverlo antes de que el sol se ponga.  Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no maldigan. Romanos 12:14.

El caso de Leonardo y Marcos

“Durante una reunión familiar, mi hermano Marcos y yo tuvimos una pelea. Al principio fue solo una discusión que se fue acalorando hasta que nos fuimos a los golpes. Mi familia solo atinó a separarnos, pero el conflicto fue cada vez mayor. No volvimos a tolerarnos ni admitíamos estar en el mismo lugar. Mis papás tenían que invitar a Marcos y a su familia un día y a mí con mi familia otro, pues no nos podíamos ni ver. Realmente logramos dividir una familia. ¡Así duramos dos años!

Después de un tiempo, Marcos me sorprendió con una visita. Me pidió perdón y dijo que se había dado cuenta de que no podría recuperar el tiempo perdido. Dijo que extrañaba ver crecer a sus sobrinos y que sus hijos también querían recuperarme como tío. Sé que Dios lo impulsó a buscarme y se lo agradezco, pues de lo contrario seguiríamos peleando. Hoy tenemos una relación mucho más sana y fraternal que antes y nuestra familia también recuperó la armonía”. Leonardo Marín, 34 años.

  1. No guarde el enojo

Guardar el enojo es no responder ante el conflicto. Es callar, pero no con una actitud conciliadora, sino con resentimiento, en espera del momento “oportuno” para dejar salir la ira acumulada y poner al otro en su lugar. ¿Por qué? Porque esto es agradable. Cuando se guarda el enojo se ve al otro como el culpable y no como compañero.

Las personas que guardan el enojo no pueden ver la situación a través de los ojos de los demás. Se hacen el “pobrecito yo” para justificar su enojo y creerse sensatos por no decir algo. Si bien es cierto que es sano callar frente a ciertos conflictos, la actitud al hacerlo es determinante. Guardar silencio, para luego sacar a relucir el enojo es aún más grave que maldecir, porque es hacerlo doblemente.

¿Qué hacer?

Póngase en el lugar de la otra persona, vea el conflicto desde su punto de vista. En las relaciones interpersonales el punto no es ganar, es hacer las paces. Usted puede controlar calladamente su enojo sin guardarlo ni permitir que se acumule en su interior.

Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben. Romanos 12: 16.

  1. No reviva el conflicto

La tercera forma de enfrentar el conflicto es revivirlo. Esto implica que de alguna manera usted ha guardado el conflicto en su interior y ahora recuerda lo que le hicieron sentir una y otra vez. Entre más lo revive, más crece el resentimiento hacia la otra persona, borrando de su mente lo bueno y engrandeciendo lo malo.

Revivirlo también implica involucrar a otras personas a través del chisme, “informándoles” de forma acomodada lo sucedido. ¿Por qué se hace esto? Porque queremos que los demás sientan lo mismo por esa persona. Queremos compartir el enojo.

¿Qué hacer?

La solución es perdonar. Dejar ir el pasado para disfrutar el presente y soñar con el futuro. No te dejes vencer por el mal; vence el mal con el bien. Romanos 12:21.

  1. Revertir el conflicto

Si usted está en medio de un conflicto, dé un paso hacia atrás y tome la perspectiva de otro espectador, haga aun lado sentimientos y emociones. Respire profundo, salga a caminar, escuche música relajante, susurre una oración. El punto es obtener una perspectiva objetiva. Nunca la culpa es de una sola persona. Si usted cree que sí, jamás tendrá paz porque se enfocará en ganar. Rechace la venganza. Rehúsese a contraatacar, busque la manera de hacer el bien. Y conserve siempre la calma.

Simplemente, sane su corazón en intimidad con Dios y tenga una actitud dispuesta para hacer lo que dice Romanos 12:18: Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.

Foto:  Andre Hunter – Unsplash

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