Desperdicio de alimentos ¿Afrenta al Creador?

por Revista Hechos&Crónicas

Dios ordena, desde el Génesis que el hombre debe cuidar de la naturaleza que le provee alimento, sin embargo, hoy tan solo en América Latina y el Caribe se desperdician 348.000 toneladas de alimentos según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) ¿Qué hacer para frenar este fenómeno? ¿Qué dice la Biblia sobre el tema?

Jesús enseñó que jamás se deben desperdiciar alimentos y menos cuando los hay en abundancia. La Palabra de Dios a través de una parábola enseña que los alimentos deben ser aprovechados para satisfacer la necesidad del cuerpo, sin caer en gula y muchos menos desperdiciando lo que queda.

Marcos 8:6-8 señala: Entonces mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomando los siete panes, dio gracias, los partió y se los fue dando a sus discípulos para que los repartieran a la gente, y así lo hicieron. Tenían además unos cuantos pescaditos. Dio gracias por ellos también y les dijo a los discípulos que los repartieran.

La gente comió hasta quedar satisfecha. Después los discípulos recogieron siete cestas llenas de pedazos que sobraron. La enseñanza es clara lo que no se consume, no se desperdicia.

Lo que sucede hoy está muy alejado de esta ordenanza. Según la FAO a nivel mundial se pierden y desperdician 1.300 millones de toneladas de alimentos por año (1/3 de los alimentos producidos para consumo humano) mientras que en América Latina y el Caribe se pierden cada día 348.000 toneladas de alimentos, 223 kilogramos por persona por año, al mismo tiempo que cerca de 42 millones de personas padecen hambre.

En Colombia, un estudio del Departamento Nacional de Planeación en 2016 estimó que en el país se desperdician 9,76 millones de toneladas de comida al año, cifra que representa 34% total de los alimentos que el país podría consumir durante un año, es decir que por cada 3 toneladas de comida disponible, una tonelada va a la basura.

Precisamente la capital de esta nación fue la sede de la Primera Cumbre Latinoamericana sobre Pérdidas y Desperdicios de Alimentos realizada en octubre del 2019 y que discutió las causas, consecuencias y posibles soluciones a este problema. Este espacio de diálogo e intercambio de experiencias entre el sector público y privado tuvo como objetivo, que a través de diversas estrategias, se acelere la implementación de una agenda de reducción de pérdidas y desperdicios de alimentos en toda la región.

En la Biblia, el tema es puesto sobre la mesa con la historia de Rut y Booz. Rut había llegado del extranjero y no tenía cómo alimentar a su suegra Noemí, así que fue a recoger las espigas de trigo que caían de las gavillas de los segadores en los tiempos de cosecha. Así este alimento no se desperdiciaba y era usado para la alimentación de Rut y Noemí. La historia se puede leer en Rut 2: 1-23.

A diferencia de esta historia de Rut, donde por tradición se dejaban caer algunos frutos, cereales y verduras de la cosecha para los menos desfavorecidos, el desperdicio de alimentos a nivel mundial se da en todas las etapas del proceso desde su cosecha hasta la comercialización.

En América Latina y el Caribe “las pérdidas y desperdicios de alimentos no se dan solamente en una etapa de la cadena, sino que sucesivamente en los diferentes puntos de la misma. Este fenómeno ocurre en la producción, donde se pierde aproximadamente un 28%; en el manejo y almacenamiento un 21%, y en la distribución otro 17%. A nivel de consumo (hogares, restaurantes y hoteles), la cantidad de alimentos desperdiciados sube a un 28%”, indica la información de la FAO.

En Colombia, donde se pierde 34% de la producción, las mayores pérdidas se registran en frutas y vegetales (62%) y de raíces y tubérculos (25%), con estas toneladas desechadas en el país se alimentarían a 8 millones de personas al año aproximadamente.

Oportunidad para combatir el hambre y la desnutrición

“Colombia está absolutamente dispuesta y comprometida para ser exitosa en el objetivo de erradicar las muertes por desnutrición”, afirmó la Primera Dama de Colombia, María Juliana Ruiz, durante su intervención en la primera Cumbre Latinoamericana sobre Pérdidas y Desperdicios de Alimentos.

La oportunidad para superar los índices de hambre y desnutrición se articula entre el sector público y privado en un trabajo mancomunado con miras al cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible, al desarrollo de cada nación e inclusive con la reducción de los efectos del cambio climático como consecuencia del aprovechamiento de los alimentos.

“La innovación en los sistemas alimentarios en América Latina y el Caribe debe apuntar a fortalecimiento de la institucionalidad, por lo cual el Estado, junto con los otros actores, es el responsable de garantizar la provisión de alimentos saludables y nutritivos de forma estable. El sector privado, los productores, minoristas y los consumidores, son necesarios para garantizar tal sostenibilidad. Al respecto es importante que los gobiernos y los actores del sector privado, como parte de una alianza estratégica, trabajen de manera conjunta en la transformación de los sistemas alimentarios”, sostuvo Sara Granados, asesora regional en sistemas alimentarios sostenibles de la FAO, en el documento “Reflexiones sobre el sistema alimentario y perspectivas para alcanzar su sostenibilidad en América Latina y el Caribe”.

Es así como en Colombia, el trabajo y campañas de diversas iniciativas en todo el país en pro del uso y consumo responsable de los alimentos y reunidos en la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia (Abaco), ha llevado a que cientos de colombianos y organizaciones privadas aporten a la consolidación de sistemas alimentarios sostenibles.

Igualmente, las empresas privadas como parte de su responsabilidad social empresarial han desarrollado proyectos enfocados en reducir el desperdicio de alimentos dentro de sus mismas organizaciones así como en restaurantes y hoteles con grandes avances.

En diciembre del 2019, Abaco que agrupa a 19 bancos de alimentos, la Cámara de Alimentos de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI) con más de 50 empresas afiliadas y el Estado colombiano, se unieron en la Gran Alianza por la Nutrición, con el fin de trabajar en pro del trabajo por la nutrición, la lucha contra el hambre y el fortalecimiento de la seguridad alimentaria de la nación.

“Aquí estamos garantizando no solamente que vamos a aprovechar la capacidad alimentaria que tiene nuestro país, que es infinita, a partir de las regiones, sino que estamos construyendo una red como nación para proteger toda esa capacidad productiva y asegurarnos que no se vaya a la caneca y que no se convierta en un potencial alimento desperdiciado, son dos complementos absolutamente valiosos en la Alianza por la nutrición”, aseguró la primera dama durante el evento de formalización de esta alianza.

Una iniciativa similar a la plataforma #SinDesperdicio creada por el Banco Interamericano de Desarrollo y sus socios con el objetivo de busca potenciar los esfuerzos del sector privado, público y de la sociedad civil para reducir la pérdida y desperdicio de los alimentos.

Sin embargo, esta labor debe ser realizada por todos, incluyendo los cristianos, quienes a través del cumplimiento de los principios bíblicos teniendo como ejemplo claro la historia de José, el hijo de Jacob, que brindó seguridad alimentaria a todo Egipto en tiempos de crisis (Historia narrada en Génesis 41: 41 – 57).

En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios, tal como dicen las Sagradas Escrituras en 1 Corintios 10:31.

Por: David Bernal – @Davidbernall (twitter)

Foto: FAO

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