Magdalena no era prostituta

por Revista Hechos&Crónicas

Una telenovela titulada “María Magdalena” ha puesto sobre el tapete, una vez más, algunos mitos del anticristianismo popular alrededor de esta destacada mujer. Muchos lectores han pedido precisiones al respecto. Veamos:

Desde hace varios siglos se han tejido leyendas sobre María Magdalena, un personaje de veras importante en los relatos evangélicos. Pertenecía a un numeroso grupo de mujeres distinguidas que apoyaban económicamente el ministerio de Jesús, quien la había liberado de siete demonios que la atormentaban (Lucas 8:1-3). Estuvo presente en el Calvario durante la crucifixión y muerte de Jesús (Mateo 27:55-56). Acompañó a la madre atribulada, también llamada María, durante el rito funerario (27:61). Fue el primer testigo de la resurrección (Juan 20:11-17) y la encargada de dar la buena noticia a los discípulos (20:18).

No pocos han sintetizado en ella a varias Marías, y a algunas mujeres de otros nombres, como si se tratara de una sola persona. La palabra ‘Magdalena’ es un gentilicio, e indica que esta María era oriunda de Magdala, un pueblo costero del Mar de Galilea. Es una arbitrariedad buscar cualquier conexión entre ella y la prostituta arrepentida que unge los pies de Jesús en un banquete, de quien el evangelio ni siquiera menciona el nombre. Son, a todas luces, dos personas distintas, en dos puntos geográficos distantes.

No pocos la confunden, así mismo, con María de Betania, la hermana de Lázaro y Marta, que es un personaje bien diferente, tanto de la prostituta como de María Magdalena. En realidad se trata de tres Marías bien diferenciadas entre sí. ¿A qué se debe la confusión? A ignorancia, falta de rigor investigativo o simple mala fe.

El género literario que podríamos llamar ‘religión-ficción’ ha encontrado una mina de oro inagotable en ese tipo de especulaciones. Para citar un caso bien conocido, la opereta rock ‘Jesucristo Superstar’ integró las tres Marías y la prostituta en un solo personaje, con notable éxito de taquilla Curiosamente, nadie ha identificado a María Magdalena con otras mujeres homónimas bien conocidas en las Sagradas Escrituras, como María la mujer de Cleofás y madre de Santiago el menor, María la madre del evangelista Marcos, y María de Roma, a quien saluda San Pablo al escribir a los creyentes de esa ciudad. Estas Marías no llaman la atención de los autores de ‘religión-ficción’, porque llevaron vidas normales.

Muchos comentaristas excelentes han hecho claridad sobre la malévola pretensión de un matrimonio humano de Jesucristo y no vale la pena dedicarle más tiempo y espacio a un tema que debe reposar en el lugar adecuado: el bote de las basuras. Se trata de una blasfemia contra el Dios-Hombre y una calumnia contra una mujer piadosa.

Foto: David Bernal / Revista Hechos&Crónicas

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