Naturaleza al límite: la humanidad está matando el planeta

por Revista Hechos&Crónicas

El impacto de la actividad humana en la naturaleza está llevando al Planeta a su máximo permitido. La sobreexplotación de los recursos naturales, la agricultura, la deforestación y la forma como alimentamos todo nuestro estilo de vida están secando la principal fuente de dependencia de los humanos: la naturaleza.

“La ciencia nos muestra la dura realidad que nuestros bosques, océanos y ríos están enfrentando en nuestras manos. De kilómetro en kilómetro y de especie en especie, la reducción de los sitios naturales y las poblaciones de vida silvestre son un indicador del enorme impacto y la presión que estamos ejerciendo sobre el Planeta, amenazando la estructura viva que nos sostiene a todos: la naturaleza y la biodiversidad”, explicó Marco Lambertini, Director General de WWF Internacional, durante la presentación del “Informe Planeta Vivo 2018: Apuntando más alto”, elaborado por World Wildlife Fund International y Sociedad Zoológica de Londres (ZSL, por su nombre en inglés).

Es paradójico pero la misma actividad humana es la principal amenaza de la capacidad de la naturaleza para proveer sustento para la humanidad. Según cálculos realizados por la WWF, la naturaleza proporciona servicios por un valor aproximado de $125 billones de dólares al año, al mismo tiempo que ayuda a garantizar el suministro de aire fresco, agua potable, alimentos, energía, medicamentos y otros productos y materiales.

Las conclusiones del Informe Planeta Vivo 2018 muestran un panorama desolador del impacto negativo sobre la fauna, flora y los procesos naturales que está dejando la actividad humana. Una de las conclusiones que más ha impactado es la pérdida del 60% de las poblaciones globales de especies de vertebrados en poco más de 40 años, siendo América Latina la región del mundo más afectada. “Se estima que las poblaciones documentadas de peces, aves, mamíferos, anfibios y reptiles han tenido un declive de 4.8% anual desde el centro de México hasta la Patagonia, un área que conforma la región biogeográfica Neotropical, la cual alberga tres de los 5 países más biodiversos del mundo: Brasil, Colombia y México”, indica la WWF.

Cifras de la investigación indican que entre 1970 y 2010 se ha reducido en un 22% el hábitat adecuado para las especies mamíferas, acelerando el riesgo de extinción de especies en peligro según el Índice de Extinción de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). En la actualidad, el 75%de la superficie de la Tierra ha sido sometida a impacto humano, de continuar esta tendencia, en el 2050 podría ser el 90%.

La peor parte de esta crisis ambiental se la lleva América Latina y el Caribe. El Índice Planeta Vivo de la WWF muestra que la disminución en la población de las especies es más pronunciada en los trópicos, siendo del 89% en América del Sur y Centroamérica en comparación con 1970.

Entre las causas relacionadas con esta disminución de las especies se encuentran la sobreexplotación de las especies, la contaminación, el cambio climático, especies invasoras y la pérdida o degradación del hábitat. La agricultura a gran escala es en gran parte la responsable de la mayor parte de la conversión de los bosques y la fragmentación de estos ecosistemas, lo cual es una de las principales amenazas a la biodiversidad. “La tasa de pérdida sigue siendo relativamente alta en áreas fronterizas de América del Sur (Chocó- Darién, Amazonía, Cerrado, Bosque Atlántico-Gran Chaco). El 20% de la Amazonía ha desaparecido en 50 años”, subraya el informe.

En materia acuática, el panorama no es el mejor. El documento de investigación ecológica indica que “los ecosistemas marinos y de agua dulce también enfrentando grandes presiones. Desde 1950 se han sacado de los océanos del mundo casi 6.000 millones de toneladas de pescados e invertebrados. Se ha detectado contaminación por plásticos en todos los principales ambientes marinos del mundo, desde las zonas costeras y las aguas superficiales hasta las partes más profundas del océano, incluso en el fondo de la Fosa de las Marianas. Los hábitats de agua dulce, como lagos, ríos y humedales son fuente de vida para todos los humanos; sin embargo están entre los más amenazados, principalmente afectados por diversos factores, incluyendo la modificación, fragmentación y destrucción de hábitats; especies invasoras; pesca excesiva; contaminación; enfermedades y cambio climático”.

Asimismo advierte que “la Tierra ha perdido aproximadamente la mitad de sus corales de aguas someras en los últimos 30 años. Y esto tiene graves consecuencias para los seres humanos. Por ejemplo, casi 200 millones de personas dependen de los arrecifes para protegerse contra las marejadas ciclónicas y las olas”.

Colombia, un indicador en rojo con oportunidad de mejorar

En el caso de nuestro país, el informe Colombia Viva realizado por la WWF Colombia en 2017 nos deja muy mal parados. Esta investigación indica que “casi la mitad de los 85 ecosistemas clasificados, en el país se encuentran amenazados (en estado crítico o en peligro) debido a su nivel de deterioro; además, el 31% del área de estos ecosistemas ha sufrido alguna transformación por las actividades humanas, debido principalmente a la deforestación y la conversión del suelo”.

Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), Colombia se encuentra dentro de los 10 países con mayores tasas de deforestación en todo el mundo. A pesar de los esfuerzos por reducir este fenómeno, este aumentó entre 2016 y 2017 en un 23%, con una tasa creciente de 178.000 hectáreas deforestadas en 2016 y 220.000 hectáreas en el último año. En cuanto a la pérdida de especies, el Instituto Humboldt advirtió en 2017 que cerca de 2.194 especies de plantas y 503 de animales están amenazados en Colombia por la desaparición de bosques y selvas.

Aunque el panorama es oscuro, nuestra nación tiene la oportunidad de reversar estas consecuencias de la actividad del hombre, como lo afirma Mary Lou Higgins, directora de WWF-Colombia, cuando sostiene “Colombia como país megadiverso y consciente de la necesidad de revertir las tendencias actuales de deforestación y conversión de ecosistemas, tiene una gran oportunidad para fortalecer su liderazgo en el marco de la agenda nacional e internacional, consolidando al 2020 una agenda integrada para la conservación de la biodiversidad, la lucha frente al cambio climático y el desarrollo sostenible”.

Por: David Bernal – @davidbernall

Foto: Flickr / Dan Mooney (Usada bajo Licencia Creative Commons)

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