No se convierta en un avestruz

por Revista Hechos&Crónicas

Muchos intentan comenzar un ministerio, cumplir con un llamado o emprender un comercio, e invierten todo su capital y su tiempo sin una estrategia adecuada. Otros, arriesgan todo lo que tienen sin analizar la posibilidad de que tal vez surja algún problema en la mitad del camino.

A este tipo de personas podemos llamarlos emprendedores tipo «avestruz». Como sabemos, el avestruz pone su cabeza bajo tierra para esconderse de la dificultad.  Al encubrir su cabeza no ve quién la amenaza, sin embargo, deja el 99% de su cuerpo afuera de la tierra exponiéndose a la circunstancia.

Aquí tenemos unos simples consejos para evitar ser un emprendedor «avestruz»: • El mejor momento para prevenir un problema es antes de tenerlo.

  • Se proactivo, no reactivo. Cuando ya estás en problemas, es tarde para la «prevención», hay que pasar a la «solución».
  • Por principio, el mejor momento para deshacerte de un mal empleado o colaborador en tu ministerio es durante la primera entrevista.
  • Estudia su pasado, no importa quién lo recomiende. Haz todas las preguntas que necesites para entender a fondo sus habilidades y su actitud. Al conocer al individuo entenderás claramente qué aportará a la causa.
  • Haz lo mismo con tus todas las personas. No se trata solamente de tener a alguien al lado, se trata de tener personas con quiénes establecer una relación donde los dos ganen. Lo que en inglés se llama situación WIN/WIN (GANO/GANAS).
  • También debes averiguar cómo es su comportamiento con sus compañeros de trabajo, tus colegas, con tus competidores y cómo son sus relaciones interpersonales en general.
  • Trata de entender cuál será el beneficio mutuo de esta nueva relación.
  • Por último, pero no menos importante, trata de conocer su relación con Dios. A un creyente de verdad se le ve crecer espiritualmente. Ahora bien; si no has podido «prevenir» el problema y ya lo tienes, entonces debes arreglarlo de inmediato.

«El mejor momento para arreglar un problema es cuando lo tienes»

Que tu «solución» termine con el problema y no que el problema termine contigo:Si crees que el problema se resolverá solo, no es así, eso es una simple ilusión. No va a morir solo, tienes que «tratarlo» mientras esté vivo. Un problema que desaparece sin ser tratado dejará consecuencias: no habrás aprendido nada y seguramente se repetirá otra vez quizá con más fuerza y peores consecuencias.

«La mejor forma de arreglar un problema es reconociendo que lo tienes»

Si no reconoces que tienes un problema, no puedes darle solución, pues es imposible resolver algo que desconoces. Si sabes que tienes un problema y lo niegas, entonces ya tienes «dos» problemas. Lo más práctico es darte cuenta solo, así podrás evitar el knock-out. Debes dedicar tiempo a repasar en tu mente cómo anda todo, aunque luzca muy bien. Es mejor un buen diagnóstico que una autopsia impecable.

Hazte estas preguntas:

¿Cómo nació esta situación? ¿Cómo se acabará? ¿Quién trajo esta situación? ¿Con quién se irá? ¿Qué otras áreas está afectando? ¿Cómo puedo asolarla? ¿Qué recursos tomará la solución? ¿De dónde saldrán estos recursos? Lo más importante antes de comenzar algo es poner tus planes en manos de Dios.

Si estás en dificultades, no dejes de buscar a Dios. Nuestros planes pueden fallar, pero los de Él son infalibles. ¡Qué mejor que tener a Dios como socio en nuestra empresa!

Foto: Eduardo Zapata para la Revista Hechos&Crónicas.

 

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