La equidad en la mujer

por Revista Hechos&Crónicas

A través de la historia, los grandes filósofos han dejado importantes legados e ideas que han influido directamente en la historia del mundo entero, explicando la evolución de la mujer en lo que respecta a su participación social, política y económica, de acuerdo a los conceptos de igualdad y equidad de la misma.

Quisiera hacer la diferencia entre la palabra equidad e igualdad, no solo por cuestión de semántica sino por significado de vida.

Lo que pretendo es que todo esfuerzo de la mujer a través de los años, se ha enfocado en la igualdad con el hombre y ya es hora que entendamos que lo que estamos llamadas a buscar es la equidad, la justicia con el trato a nuestro género y lograr la dignidad del mismo.

Aristóteles, Platón, Hobbes, movimientos feministas y Jesucristo, enseñaron las diferentes perspectivas a través de la cual, puede ser vista dicho proceso de cómo era valorada la mujer en las diferentes épocas en la cual ellos vivieron.

20 siglos antes que las mujeres obtuvieran el derecho al voto y muchísimo antes que se les tomara en consideración; hubo un Hombre que nos supo apreciar.

¿Cómo trató Jesús a las mujeres?

Me parece que en nuestra época moderna con todos sus debates acerca del lugar que debe ocupar la mujer y el papel que debe desempeñar, esta pregunta se hace con muy poca frecuencia.

Saber de la actitud de Jesús hacia las mujeres de su época quienes diferían mucho en carácter, nivel social y modo de vida, es muy satisfactorio, pues nos damos cuenta que fue un Hombre que tomó en serio a las mujeres. Él reconoció el valor de la mujer y la hizo consciente de su importancia.

Nunca puso a la mujer en un nivel inferior al del hombre. Jesús hasta se hizo vulnerable mediante el servicio a la mujer, lo cual no era costumbre en su cultura.

Jesús fue un hombre que se oponía a los prejuicios, que no usaba diferentes varas para medir. Se negó a ser guiado por preguntas hechas como resultado de su cultura o de la tradición, pues su respeto y comprensión por la mujer, impresiona. Por lo tanto era obvio que las mujeres a su lado se sentían muy a gusto.

Los pensamientos y los hechos de Jesús, eran totalmente diferentes a los demás hombres de aquel entonces. Jesucristo, estaba por encima y alejado de las costumbres de su época.

De la misma manera Él espera que los hombres de hoy sigan su ejemplo en su trato con las mujeres. Su norma de vida en equidad y amor nunca pasarán de moda. Voy a citar algunos comportamientos de Jesús que respaldan lo anterior:

Ubiquémonos en el contexto

En la cultura judía, el lugar de la mujer era la cocina. Sus responsabilidades eran puramente domésticas. Solo los varones eran instruidos en la ley. Para las mujeres esto era impropio, pues según los rabinos, “instruir en la ley a las mujeres, era echar perlas delante de los cerdos”.

Los líderes religiosos de Israel a propósito mantenían a las mujeres en la ignorancia, para así impedir su desarrollo espiritual. Según la mayoría de los rabinos, una mujer no tenía suficiente sentido o juicio para esas cosas.

Jesús en cambio le permite a su amiga María, hermana de Marta, que se siente a sus pies a oír sus enseñanzas. La presencia de Jesús la libera de todo sentimiento de culpa por estar interesada en algo diferente a lo que por lo general le interesaba a las mujeres.

Hoy en día esa actitud de María se podría denominar como la de una mujer emprendedora y progresista. Sin siquiera tratar de serlo, ella es pionera en experimentar que Jesús no la culpa por romper los patrones de comportamiento.

El comportamiento de Jesús es más generoso de lo que ella esperaba. Ningún rabino hablaba con una mujer en la calle. Eso estaba por debajo de su dignidad como un maestro religioso. Ni siquiera se les permitía hablar en público con su propia esposa, hija o hermana.

Había algunos que ni siquiera querían ver a una mujer en la calle, pro Jesús establece una conversación a pleno sol del mediodía con una mujer samaritana (raza despreciada por los judíos) y le pide agua. Esa es una petición extraordinaria, donde se ve que el interés personal o el cuidado por su reputación, siempre son secundarios para Jesús.

Nada indica que Jesús trata a esta mujer con menos respeto que a los hombres. Es una conversación en la cual se demuestra la madurez y la dignidad humana de la mujer. Jesús la trata con equidad y por eso ella parece estar a gusto y responde con sinceridad y franqueza.

¿La razón? Ella está frente a un hombre que la trata no solo como a una mujer, sino también como a una persona. Está ausente el aire de superioridad del resto de los hombres. No percibe altanería ni crítica.

Este encuentro marca un cambio para todas las mujeres de la historia. En la época en que esto ocurrió, el lugar que  ocupaban las mujeres era lamentable. Los judíos habían recibido influencia de la manera de pensar de las naciones que los rodeaban y no de los pensamientos de Dios con respecto a ellas.

El dramaturgo griego Eurípides por ejemplo, creía que 10.000 mujeres valían menos que un hombre y el historiador judío Flavio Josefo, juzgaba que una mujer desde todo punto de vista es inferior al hombre.

Es fuera de lo común para la época que Jesús permita a un grupo de mujeres formar parte de su equipo. La actitud de Jesús hacia la mujer es excepcional, sobre todo en contraste a la actitud de los líderes religiosos de Israel que ven a la mujer con prejuicios y negativismo.

Entre los griegos, un grupo de mujeres es algo muy deplorable. A la mujer casada se le niega cualquier influencia fuera del hogar.

Los romanos tampoco tenían en gran estima a la mujer. Un contemporáneo de Horacio dijo lo siguiente: “Sería más fácil vaciar el agua del mar y recoger con la mano las estrellas del cielo, que prevenir que pequen nuestras mujeres”.

El budismo considera a la mujer como la raíz de todo mal. Buda lo deja ver con dos de sus dichos: “Ellas tienen una mente solo del ancho de dos dedos” e “Impenetrable y profunda como el camino del pez en el agua es la naturaleza de la mujer. Ella es astuta, una simple ladrona por medio de quien es muy difícil hallar la verdad”.

¡Qué diferente es la manera de pensar de Jesús de Nazareth! Él no trata a las mujeres como si fuéramos cosas, lo cual es muy común en el trato a la mujer en la sociedad actual.

Cristo da a la mujer su personalidad completa como ser humano y permite que rompa los prejuicios en contra de la naturaleza de su género. No leemos en ninguna parte de las escrituras, que ellas se quieran igualar a los discípulos.

La sociedad funciona mejor y con más armonía cuando es construida en conjunto tanto por hombres como por mujeres. Cuando se disminuye la influencia femenina, la sociedad sufre deficiencia. Sufre cuando no puede florecer la creatividad femenina, cuando no se solicitan las funciones específicas de la mujer.

En nuestra época cosechamos amargos frutos por la falta de equidad. Las mujeres han despertado desafortunadamente más como resultado de sus sentimientos dañados y el menosprecio de su dignidad humana, que por lo que espera Dios de ellas.

Esto pone a muchas mujeres en la ofensiva. Otras se sienten inseguras y frustradas y a los hombres que se les hace difícil aceptar esta situación, se sienten insultados y amenazados.

Dee Jepsen que por un tiempo fue asistente especial del ex presidente Ronald Reagan como coordinadora ante las mujeres dice: “Sucederían cosas maravillosas si nosotras las mujeres fuéramos reconocidas por nuestro valor equitativo como seres humanos y por la contribución que hacemos a la sociedad, el hogar y el campo profesional. En el trabajo, la comunidad y la política.

Cuando los hombres en nuestra vida reconozcan nuestro verdadero valor, nos comenzarán a ver de una manera diferente”.

La pregunta final: ¿Qué es ser mujer? ¿Cuál es mi identidad? ¿Estoy aparentando ser lo que no soy?

Es un hecho que las mujeres están cambiando en todas partes del mundo. Las mujeres han re-escrito sus roles y las reglas en las que desean vivir. Una mujer poeta escribe esto:

“Después de todo, nosotras, la mayoría, somos así, como parecemos pero no hemos todavía aprendido a ser”. Termino haciendo esta recomendación. Ningún hombre debe olvidarlo, y cada mujer debe estar consciente de esto:

Mediante su resurrección, Jesús restauró a la mujer al lugar que le correspondía. Es el lugar que desde el principio Dios destinó para ella.

Todos los hombres y las mujeres que en sus relaciones mutuas no desean ser guiados por la tradición, ni por patrones de vida comunes, deben seguir el ejemplo de Jesucristo, el Hombre diferente.

Foto: 123RF

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