Fundamentos para heredar

por Revista Hechos&Crónicas

Dios nos da una orden tremenda a quienes somos padres o queremos serlo: amarlo, pues cuando amamos a Dios, podemos amar a nuestros hijos. Colombia es un país de tradiciones culturales, dentro de las que se destacan planes para unir a la familia como las fiestas de 15, las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, o tradiciones como irse a rumbear y malgastar el dinero en una discoteca cada fin de semana porque se tiene el corazón lleno de vacíos, o sentarse el fin de semana en una cantina a tomar licor, papá, hijo y nieto.

Qué bueno sería que nosotros tuviéramos una tradición para enseñar a nuestras generaciones: La Palabra de Dios. Sembrar algo que quede para siempre en sus vidas, que uno pueda decir: mi papá aprendió por mi abuelo a amar a Dios y a conocer Su Palabra; yo aprendí por mi papá y mis hijos van a aprender por mí.

  1. Es la Palabra de Dios. Deuteronomio 6:4-9.

Ama al SEÑOR tu Dios, pero cómo amo yo a alguien que no conozco, es difícil, yo no vi a mi esposa Sindy y dije: la amo, me enamoré de ella, no. Primero empecé a conocerla, a orar por ella y el amor vino después y a medida que pasa el tiempo la amo más.

Uno debe conocer a la otra persona para enamorarse, con Dios pasa igual. ¿Cómo podemos conocer a Dios? A través de Su Palabra. Si yo no leo la Palabra de Dios, no sé qué le gusta, cómo es y podría tener una idea errónea de quién es y cómo es.

Si enseñamos a nuestros hijos de una manera amenazadora no solo estaremos errados, veremos a nuestros hijos alejarse de Dios, ¿Cómo así amenazadora? Cuando yo era pequeño me enseñaron que Dios era un Dios lejano, que vivía en el cielo lejísimos y que yo no lo podía ver, pero que estaba atento a ver cuándo yo la embarraba para enviar un castigo, y a mí me daba susto.

Muchos tenemos la idea de Dios castigador y lejano que nunca está pero que llega a juzgarnos, pero no es así. Cuando empezamos a conocer el verdadero Dios que nos ama y que tiene un gran plan para nuestras vidas, vemos las cosas de una manera totalmente diferente.

La Biblia es la base de la enseñanza para nuestros hijos, los niños deben respetar, amar y creer en la Palabra de Dios. Eso lo aprendí hace años y por eso le dedico tanto tiempo a enseñar la Palabra de Dios a los niños, me encanta hacerlo porque sé que es una tarea que nos la ha encomendado Dios.

A veces, con la rutina y todas las responsabilidades de la casa y el trabajo, nos olvidamos de enseñar la Palabra de Dios a nuestros hijos y nos confiamos porque como estudian en un colegio cristiano o asisten a la iglesia infantil, esperamos que sea allá donde aprenden. Pero esa no es tarea del colegio o la iglesia, esos son complementos. Es nuestro deber de padres enseñar la Palabra de Dios a nuestros hijos, da nadie más.

Piensa en los millones de jóvenes que han quedado marcados para siempre porque fueron criados sin valores  morales, sin conocer a Dios. Nosotros mismos cometimos muchísimos errores porque no lo conocíamos o porque teníamos la idea de un Dios diferente.

Debemos hacer que nuestros hijos se graben la Palabra de Dios en su corazón pero también nosotros. Ama a Dios, Su Palabra y haz que tus hijos la lleven muy dentro de sus corazones, así nunca se apartarán de ella.

Enseñar a nuestros hijos la Palabra de Dios debe ser algo natural porque somos hijos de Dios; pero debe hacerse de manera divertida pues Dios no es amargado, es alegre. Por eso no debemos usar discursos largos, cansones o aburridos.

La Palabra de Dios causa un efecto en nuestras vidas. En mi caso, mi mamá llevaba mucho tiempo diciéndome que cambiara y yo no cambié hasta que fui a la iglesia y escuché la Palabra de Dios. Entonces ella decidió ir a la iglesia también a ver qué era lo que por fin me había cambiado.

  1. El respeto.

Honra a tu padre y a tu madre —que es el primer mandamiento con promesa— para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra. Efesios 6:2-3.

Todos somos hijos, todos debemos honrar a nuestros padres. Por eso es triste cuando vemos niños y jóvenes que no respetan a Dios, a sus padres, a los adultos, ni a otros niños. Se está perdiendo el respeto y no podemos hacernos los ciegos ante las actitudes arrogantes de nuestros hijos. Quizás pensemos que esto es gracioso o que los niños son así, pero no es así, cuando su hijo es irrespetuoso usted lo tiene que llamar y corregir, llamarlo a cuentas, porque si usted se lo deja pasar sigue avanzando. A veces en el intento de hacer que nuestros niños sean confiados  y fuertes y con un carácter de líderes hemos sembrado una actitud de presunción y arrogancia y viviremos recogiendo la amarga cosecha de lo que hemos sembrado.

¿Cómo podemos identificar cuando nuestros hijos están siendo irrespetuosos?

Cuando hablan burlonamente, dan miradas desafiantes o hacen berrinches dando puntapiés y pegándose ellos mismos cuando están bravos, patean a otros o tiran la puerta. Ahí están siendo irrespetuosos.

Ante esto, lo peor que un padre puede hacer es enfrentarse a sus hijos, pues esto le quita autoridad. Esta debe infundirse con respeto y amor, porque viene de Dios, Él nos la ha dado, no porque seamos perfectos, sino porque Él en su sabiduría lo quiso así.

Los hijos se someten con el ejemplo de Jesús. No podemos imponer la autoridad a los gritos, sino con amor, con los principios de la Palabra de Dios.

  1. La honestidad.

Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. Juan 8:32. Para poder tener una relación con Dios necesitamos amar la verdad, aceptar y vivir en la verdad y hay algo muy importante, decir la verdad ¿y quién es la verdad? Jesús. Él es el camino, la verdad y la vida.

Debemos enseñar a nuestros niños a decir siempre la verdad. Si decimos la verdad, ellos aprenderán a hacerlo también. Cuando yo le digo a mi hijo el típico ejemplo “diga que no estoy”, y pregunta le persona, “¿será que se demora?” “¿Mamá que si se demora?” Ahí le estoy enseñando a mi hijo a mentir, pero después quiero que él no me diga mentiras. Cuando los niños aprenden a andar con la verdad desde pequeños podrán reconocer sus pecados, arrepentirse de ellos y ser salvos cuando crezcan.

  1. La Obediencia

Cómo nos cuesta la obediencia. Queremos que nuestros hijos nos obedezcan pero nosotros no somos capaces de obedecer a Dios. La obediencia debe pasar también de generación en generación: mi abuelo fue obediente, mi papá fue obediente, yo quiero ser obediente para que mi hijo lo sea también. Es algo que se debe enseñar y esperar de los hijos desde temprana edad y a todas las autoridades, incluyendo la de

Dios, porque si mi hijo no me obedece a mí, difícilmente obedecerá a Dios. Los niños que son rebeldes, desafiantes y desobedientes hacia sus padres seguirán mostrando estas mismas actitudes y comportamientos hacia otras personas en el colegio, la iglesia, e incluso pueden llegar a desafiar a las autoridades policiales. Comience con el ejemplo, porque cuando usted se pasa un semáforo en rojo, en ese pequeño detalle ya le está dando un mal ejemplo a su hijo.

Los niños desde los 18 meses pueden aprender la obediencia con cosas pequeñas como: ven acá, viene o no viene, no hagas eso, cuando estamos enseñando obediencia a nuestros hijos debemos hacerlo con firmeza, sin regañar, con amor, pero si le cambiamos la voz al niño, le hablamos consintiéndolo, difícilmente nos va a obedecer.

Disciplina a tu hijo y te traerá tranquilidad, te dará satisfacciones. Proverbios 29:17. La obediencia debe ser un patrón, un hábito para que podamos vivir contentos, sin discusiones ni gritos.

Algo que esperamos de la obediencia es que sea a la primera vez. El resto es desobediencia. Cuando damos una orden y esta se discute o ignora y lo aceptamos, no estamos ejerciendo nuestra autoridad de padres. Eso no puede pasar, debemos enseñarles a obedecer, no exasperándolos, sino con sabiduría como dice Efesios 6: 4: Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor.

Si usted está fallando en esto como padre, siéntese con su hijo, saque la Biblia, busque versículos sobre obediencia y enséñele. Háblele de cómo Dios le ha dado a usted la responsabilidad de criarlo, pero también háblele de que él como hijo tiene la responsabilidad de obedecerle a usted, de ser obediente, eso está en la Biblia, tenemos un manual espectacular donde nos da esa guía y no todas las cosas equivocadas de las que nos hablan afuera. Cambie usted primero, hable con su hijo, hagan un acuerdo, oren juntos, y no se rinda hasta que el hábito de la obediencia esté permanentemente cimentado en su casa.

Existen ciertos tipos de desobediencia que debemos reconocer:

Desobediencia desafiante: Cuando contesta que no, hace boca como de trompeta, levanta los hombros, etc. También cuando manipulan con chistes, hacen reír, pero al final se salen con la suya y no obedecen. Esta es una obediencia que desarma.

Desobediencia sorda y pasiva: Algunos niños actúan como si no existiéramos, les decimos que hagan algo y no recibimos respuesta. Es complicado porque eso es una desobediencia pasiva, no se enoja, no se pone bravo y uno se siente culpable al reprenderlo, porque no fue grosero. Y como es pasiva y no alega, no nos damos cuenta que nos están desobedeciendo.

Desobediencia doliente y manipuladora: Lloriquean, se quejan, hacen drama y dicen pobrecito de mí y llegan a hacer sentir mal a los padres, hacerlos sentir culpables y frustrados. Si no corriges a estos niños, tendrás un adulto infeliz que se auto compadece, lloriquea, y se queja todo el tiempo para manipular a otras personas y obtener lo que quiere.

Por: Alfonso Cristiano, líder de Rocakids en Casa Sobre la Roca Sabana Norte.

Foto: 123RF

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