Suicidio y cristianismo ¿pierden la salvación los suicidas?

por Revista Hechos&Crónicas

Dada la controversia sobre este espinoso y sensible tema y las posturas enfrentadas al respecto, considero oportuno y necesario hacer un pronunciamiento al respecto, siempre con el respeto debido a quienes lo han vivido de manera dolorosamente cercana, con todos y sus aspectos censurables e irreversibles, así como la carga de tragedia y dolor que conlleva para todos los allegados a la víctima; y también a quienes no comparten mi postura al respecto, que no es aislada sino suscrita por un buen número de preparados y piadosos teólogos y pastores cristianos.

Suicidio, confesión y perdón

Ciertamente, el suicidio es un pecado que, llevado a cabo con plena conciencia, es de elevada gravedad, puesto que es un atentado contra la vida de la que únicamente Dios puede disponer: tanto la propia como la de nuestro prójimo y como tal está condenado por el sexto de los mandamientos del decálogo que prohíbe matar. Por esta causa y al margen de su mayor o menor gravedad comparativa y previo a la conversión a Cristo, el suicidio acarrea la muerte espiritual y la condenación eterna de quien lo comete. Sin embargo, la conversión a Cristo nos libra de una vez y para siempre de la condenación eterna y borra ante el tribunal divino (porque otra cosa son los tribunales de justicia humana) la culpabilidad por todos nuestros pecados cometidos hasta el momento de la conversión, incluyendo los homicidios que eventualmente el convertido haya llevado a cabo.

Por tanto, en el caso de que se llegará a establecer sin lugar a dudas que el suicidio acarrea la condenación eterna para la persona que lo comete, esto aplicaría únicamente al que tiene éxito en el intento, pues el que no lo tuvo sino que sobrevive, tendrá oportunidad de arrepentirse de este acto y reconciliarse nuevamente con Dios. A no ser que hagamos del suicidio –o de su intento− el pecado imperdonable, algo para lo cual no existe apoyo bíblico, pues la Biblia indica la blasfemia contra el Espíritu Santo como el único pecado imperdonable y éste no guarda relación con el suicidio.

Ahora bien, no puede negarse la necesidad que el Nuevo Testamento señala del arrepentimiento y la confesión de  nuestros pecados, no sólo para acceder a la salvación mediante la fe en Cristo y su consecuente perdón en el acto y la experiencia de la conversión; sino también para la vida del creyente ya redimido que, no obstante no hacer ya del pecado la práctica de su vida debe sin embargo seguir confesando a diario los eventuales pecados de los que tiene conciencia. Pero en ninguna parte en la Biblia se nos dice expresamente que este arrepentimiento y confesión cotidianas posteriores a la conversión por parte del creyente sean necesarias para conservar, o si se quiere, para recuperar la salvación que estaríamos, entonces, perdiendo constantemente con cada pecado cometido antes de ser conscientes de él, arrepentirnos y confesarlo como es debido.

¿Zozobra o seguridad?

Así, sin perjuicio de la necesidad del cotidiano autoexamen, arrepentimiento y confesión consecuentes ordenados en la Biblia también para los creyentes, cabe preguntarse: ¿si la muerte nos sorprende cometiendo un pecado en flagrancia o, por lo menos, sin tener aún conciencia de él o sin haberlo confesado debidamente una vez conscientes de él, eso significa que perderemos la salvación? Dado que la Biblia no lo afirma ni niega de forma expresa debemos, entonces, proceder evaluando las consecuencias y coherencia con las verdades bíblicas claramente reveladas que tendría el responder afirmativa o negativamente esta pregunta.

Si respondemos afirmativamente, esto dejaría a todo cristiano en una situación de incertidumbre y zozobra permanente, pues ¿qué creyente puede afirmar estar absolutamente libre de  haber cometido algún pecado en un momento dado de su vida o de estarlo cometiendo sin tener plena conciencia de él? ¿Quién puede sostener que ha confesado todos los pecados cometidos? ¿No oraba David diciendo: ¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente! Salmo 19:12. En todo esto es evidente que nunca estamos conscientes de todos los pecados que hemos cometido y que, mucho menos, los habremos confesado todos como corresponde.

¿Significa esto que el cristiano nunca puede estar seguro de su salvación en Cristo? ¡De ninguna manera! El Nuevo Testamento afirma de modo taxativo en muchos pasajes y de muchas maneras que los creyentes podemos estar seguros de nuestra salvación no con base en nuestro desempeño siempre imperfecto, por más que nos esforcemos en no pecar de manera absoluta; sino en la fidelidad de Dios que nos promete la salvación  en virtud de nuestra fe en Cristo. En ninguna parte vemos en el Nuevo Testamento que el creyente ya redimido en Cristo esté llamado a vivir en constante incertidumbre, ansiedad, aprensión o paranoica inquietud e intranquilidad por los pecados no conocidos y confesados que haya podido cometer. Todos ellos quedan cubiertos por la sangre de Cristo derramada en la cruz, al margen de la mayor o menor consciencia que tengamos de ellos y del hecho de que los hayamos o no confesado todavía en el momento en que la muerte nos sorprende.

Lutero, la Reforma y el suicidio

Justamente, éste fue el estado de angustiosa incertidumbre del que fue librado Martín Lutero al descubrir de nuevo en la Biblia la relegada pero fundamental doctrina de la justificación por la fe y no por obras, emblema desde entonces de la iglesia Protestante Evangélica en el mundo. Sostener que la muerte debe sorprendernos debidamente conscientes y debidamente confesados por todos los pecados cometidos para poder ser salvos es un error garrafal que nos devuelve a la justificación por obras y que haría de la Reforma Protestante un error histórico. En el caso del creyente, es únicamente nuestra relación con Dios en el curso de esta vida temporal la que se ve afectada negativamente por nuestros pecados cometidos no confesados, obrando en perjuicio de nuestra calidad de vida actual al no poder acceder a todas las bendiciones temporales prometidas por Dios a los creyentes obedientes que procuran cultivar y mantener en óptimas condiciones en lo que a ellos se refiere su comunión con Cristo. Pero no nuestro destino eterno que no está ya de ningún modo en juego por causa de algún pecado cometido y no confesado debidamente antes de que la muerte nos sorprenda. Incluyendo el suicidio.

Por último y de manera anecdótica pero siempre ilustrativa, el mismo Martín Lutero desafió también en este aspecto las creencias y prácticas de la iglesia católica de su tiempo a este respecto al negarle la salvación al suicida, bajo el muy plausible y bíblicamente coherente argumento de que un creyente auténtico podía ser conducido al suicidio por opresiones satánicas que lo despojarían de su lucidez y del ejercicio plenamente responsable de su voluntad, mitigando drásticamente su culpabilidad en el asunto, caso en el cual no podría ser despojado de la salvación.

Sea como fuere, en éste y otros aspectos es mejor no pronunciar juicios categóricos: Por… tanto, no juzguen nada antes de tiempo; esperen hasta que venga el Señor. Él sacará a la luz lo que esté oculto en la oscuridad y pondrá al descubierto las intenciones de cada corazón. Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda. 1 Corintios 4:5.

Por: Arturo Rojas, director de la Unidad Educativa Ibli Facter  de la iglesia Casa Sobre la Roca, Bogotá.

Ilustración: 123RF

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5 comentarios

Miguel Angel Consuegra 26 de agosto de 2018 - 20:41

No estoy de acuerdo con la posición de un grupo de creyentes que afirman que una vez que el hombre alcanza su salvación por medio de la fe en Jesucristo es librado de los pecados futuro como por ejemplo el suicidio del tal manera que el que se suicida y muere tiene asegurada la amplia y generosa entrada en el Reino de Dios a causa de haber recibido la salvación por fe. No puedo ir contra mi conciencia pues mayor es Dios y el estableció en sus mandamientos NO MATARÁS. ¿Quien es suficiente para quitar la vida y quedar libre de juicio? No encuentro un solo argumento que respalde la doctrina que algunos creyentes sostienen que el suicida no es condenado pues por la fe fue salvo una vez y para siempre.
Hoy el predicador hablando de la gracia de Dios terminó exponiendo el tema peliagudo del suicidio y la salvación mostrando su posición. Creo que es un tema que divide a la Iglesia y no en cuestión de doctrina cardinal que pueda dañar la salud de la Iglesia sino en una minucia que no determina la salvación de los creyentes. Valdra la pena que discutamos por ello.
Pero lo unico que entendi Hoy en la prédica fue que si la situación de la vida se pone dificil no te preocupes la solucion tenemos quitate la vida que la eternidad esta segura. Cuantas sectas religiosas han terminado con la vida de sus creyentes.
Quisiera saber su criterio. Soy responsable ante Dios de cuidar de mi familia y lo que no proviene de fe es pecado.

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Miguel Romero 6 de enero de 2019 - 02:09

Con todo respeto a las personas que hayan sufrido o que sufren a causa del suicidio o los intentos de suicidio. Quisiera dejar unas líneas ya que creo que son muchos los que con sinceridad buscan respuestas y no siempre las encuentran. Especialmente en temas tan discutidos como el suicidio. Sabemos que pueden haber tantas posturas como personas pensantes que además conocen las escrituras. Digo conocer porque la escritura más allá de ser conocida debe vivida, recuerden que Dios prometió una salvación que consistía en la fe en el Mesías pero que además en la reacción de gracia por fe se producía un cambio en el gobierno espiritual de la persona que pasa de la potestad de Satanás a dios de las tinieblas a la Luz.
Soy testigo de que una de las promesas constantes del que está detrás del suicidio a una joven era que iría al cielo después de quitarce la vida ya que además de creer en dios no era una mala persona.
Después de pedir al señor Jesús que intervenga en su ayuda vimos la verdad que muchos no quieren ver.
Una fe sólo de aceptación de la existencia de Dios.
No una rendición de nuestra facultades para aprender de el.
Lo que llamamos un casi cristiano.
Ausencia de los frutos del espíritu . Entre estos paz ¿ Quien querría quitarse la vida teniendo Gozo paz y amor en su corazón? Paz Gozo y amor de Dios. no de este mundo.
Gracias a dios hay abundante poder y amor en Jesús el sol de justicia, para ayudar al afligido que le busca.
Cosa diferente es la Luz engañosa que no proviene de Dios sino de hombres.
Aunque la mayoría les cuesta aseptar Jesús sigue usando con poder a los que le buscan.
Busquemos al que es poderoso para liberar sanar y salvar.
Dios los bendiga.
Que sigan los hechos de los enviados!

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Miguel Romero 6 de enero de 2019 - 02:12

Con todo respeto a las personas que hayan sufrido o que sufren a causa del suicidio o los intentos de suicidio. Quisiera dejar unas líneas ya que creo que son muchos los que con sinceridad buscan respuestas y no siempre las encuentran. Especialmente en temas tan discutidos como el suicidio. Sabemos que pueden haber tantas posturas como personas pensantes que además conocen las escrituras. Digo conocer porque la escritura más allá de ser conocida debe vivida, recuerden que Dios prometió una salvación que consistía en la fe en el Mesías pero que además en la reacción de gracia por fe se producía un cambio en el gobierno espiritual de la persona que pasa de la potestad de Satanás a dios de las tinieblas a la Luz.
Soy testigo de que una de las promesas constantes del que está detrás del suicidio a una joven era que iría al cielo después de quitarce la vida ya que además de creer en dios no era una mala persona.
Después de pedir al señor Jesús que intervenga en su ayuda vimos la verdad que muchos no quieren ver.
Una fe sólo de aceptación de la existencia de Dios.
No una rendición de nuestra facultades para aprender de el.
Lo que llamamos un casi cristiano.
Ausencia de los frutos del espíritu . Entre estos paz ¿ Quien querría quitarse la vida teniendo Gozo paz y amor en su corazón? Paz Gozo y amor de Dios. no de este mundo.
Gracias a dios hay abundante poder y amor en Jesús el sol de justicia, para ayudar al afligido que le busca.
Cosa diferente es la Luz engañosa que no proviene de Dios sino de hombres.
Aunque a la mayoría les cuesta aseptar Jesús sigue usando con poder a los que le buscan.
El es poderoso para liberar sanar y salvar.
Los hechos de los enviados siguen.
Dios los bendiga.

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Rodolfo Vela 21 de abril de 2020 - 17:13

no es en base a interpretación, “la sola Scriptura”, pero en relación al pecado hay una diferencia básica en la vida, primero es cierto que todos pecamos de muchas formas, pero el pecar es muy diferente a vivir en pecado, es esto ultimo lo que nos separa de DIOS.

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marc 20 de julio de 2020 - 02:24

Es cierto que Dios escribió NO MATARÁS pero no tuvo ninguna duda en enviar a morir apedreados a pecadores y a los Amalecitas por ejemplo. El No matarás es algo controversial. ¿A qué se refiere? Evidentemente, a personas, pero si fuera así ¿qué de David? Y si fuera con referencia a animales, ni hablar, se degollaban miles solo en el templo. Creo que el pacto de Jesús con los cristianos es para siempre y cubre el suicidio así como cubre también si, por alguna razón, matas a alguien por accidente o en defensa propia.

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