El “Abecedario del diablo”… ¿otro juego peligroso?

por Editor

Desde los cinco años en adelante, niños y niñas buscan ser aceptados en su grupo de amigos. Es una etapa en la que sus intereses cambian constantemente y se inclinan por conocer cosas nuevas. Al ser tan curiosos, el peligro es inminente… pueden terminar haciendo cosas malas de forma ingenua e inocente y no se dan cuenta que poco a poco se acercan a la boca del lobo.

De la “ballena azul” al “abecedario del diablo”

Los retos o challenges existen desde hace años, lo que sucede, es que hoy con el uso del internet y el acceso a redes sociales, es fácil enterarse por los diferentes medios de comunicación, las modas y juegos en las que pueden caer nuestros niños.

Hace unos meses, el juego de la “Ballena Azul” alertó al mundo, luego de conocer los macabros retos que se obligaban a hacer a los jóvenes que se dejaban seducir por esta “moda”. Ahora, vuelve y juega, un nuevo juego tiene aterrorizados a muchos padres en España, después que la Asociación Contra el Acoso Escolar de Asturias (ACAE) denunciara varios casos de ‘El abecedario del diablo’, donde un niño debe recitar una palabra por cada letra de la A a la Z, mientras otro compañero le pellizca, rasca o araña continuamente el dorso de sus manos cada vez más fuerte, de acuerdo al tiempo que se demore en responder. Hay versiones incluso más peligrosas aún, que incluyen tijeras o punzones.

El líder provoca heridas dolorosas de entre tres y cinco centímetros que tardan días en cicatrizar y que en algunos generan complicaciones.

Tras el hecho, la ACAE colgó fotos que demuestran que hay más de un caso. “Estas manos que veis son de un niño de ocho años al que una compañera pidió que se las hiciera para entrar en el club. Es muy importante detectar estas heridas en ambas manos, buscar quién lo ha iniciado y hasta dónde llegar. A partir de ahí, ir al centro de salud y a la comisaría a hacer una denuncia”, dijo Encarna García, presidenta de la ACAE.

Otros juegos similares

Fue hace 25 años y aun tengo cicatrices María Isabel relata a Hechos&Crónicas que cuando estaba en segundo de primaria, sus amigos tenían la costumbre de participar en un juego grupal donde se debía recitar el nombre de un color, animal, cosa, etc. (muy parecido al Abecedario del diablo), mientras alguno de sus amigos raspaba con su uña o moneda el dorso de sus manos. Era tanta la emoción y las ganas por responder con rapidez que “muchas veces me bloqueaba y no tenía la respuesta, por la angustia de que mis manos fueran a terminar mal… a veces sentía que me lastimaban la carne, me dolía mucho. Hoy tengo 31 años y se me notan un poco las cicatrices de los famosos juegos de esa época”.

El famoso “zoológico”

“Uno de los juegos que recuerdo en la infancia (año 1987) es el –zoológico-, donde un compañero o compañera usaba mis brazos para ver cuánto aguantaba la piel. Me decían por ejemplo: – aquí va el elefante, y me pegaban con el puño de las manos, luego… -aquí va araña, y me daban pellizquitos chiquitos y dolorosos; después… -Aquí va la serpiente, y con las yemas de los dedos me frotaban muy fuerte de arriba abajo. Eso dolía horrible. Mis brazos terminaban morados, raspados y vuelos nada”, cuenta Natalia a H&C.

Preguntas y respuestas

Yajaira Bermúdez, psicóloga con entrenamiento infantil respondió a H&C las preguntas que muchos padres de familia se hacen respecto a este tipo de juegos peligrosos:

• ¿Por qué niños y jóvenes caen en este tipo de juegos?

El factor inicial que determina que niños y jóvenes se interesen por estos juegos, es la curiosidad. Es propio de su desarrollo conocer nuevas experiencias. Pero además, y más demandante aun, es la necesidad que tienen los menores de contar con aceptación social en un grupo. Pertenecer a uno y ser aceptados en este, significa para los humanos la principal fuente de éxito en nuestra vida.

Sin embargo, hay otras razones individuales por las que cada niño en su caso particular participa en estos juegos, razones que van desde la simpleza de querer pasar el rato, o demostrar mayor habilidad que los demás; hasta situaciones más complejas como el gusto por recibir y provocar estímulos dolorosos.

• ¿Cuáles son los riesgos a los que se ven enfrentados los pequeños?

Principalmente en su salud. Las heridas abiertas que deja este juego pueden infectarse y agravarse y más, porque los niños las esconden de sus padres. Por otro lado, hay que tener en cuenta que si un niño cae fácilmente en este tipo de juegos, es altamente vulnerable a seguir cualquier tendencia que pueda ser dañina.

¿De qué forma pueden estar alerta los padres ante este tipo de “modas”?

• Estar atentos a cualquier tipo de cambio que veamos en nuestros hijos, por más sutiles que esto sean.

• Con el uso de redes sociales y tecnologías, no hay tregua. Debemos tener un control total del acceso y uso  que nuestros hijos hacen de estos.

• Conocer el entorno social de nuestros hijos, de manera que podamos detectar cuando alguna persona nueva o extraña quiera entablar una relación con ellos.

• Facilitar permanentes espacios de comunicación con nuestros hijos para que ellos cuenten con mayor libertad y confianza para decirnos acerca de estas ofertas que les llegan.

• Estar constantemente actualizados en los contenidos, preferencias y tendencias que se presentan en el grupo de edad en el que se encuentren nuestros hijos.

¿Qué les espera a nuestros niños en el futuro?

Les espera más ofertas de juegos y otras prácticas que puedan llegar a ser perjudiciales para su desarrollo integral. Dado que no hay nada nuevo bajo el sol, este tipo de actividades regresan con el tiempo y vuelven a cautivar a las generaciones jóvenes. Les espera mayor acceso  a redes sociales y tecnología, de manera que será inevitable alejarlos de este entorno, pero depende  de nosotros educarlos con el criterio suficiente para examinar todo y retener lo bueno como dice 1 Tesalonicenses 5:21. Por último, debemos aferrarnos a la promesa de Dios que se cita en Jeremías 29:11: Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.

Por: Jennifer Barreto – @BarretoJenn

Foto: archivo particular

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