Salud mental y espiritual para niños

por María Isabel Jaramillo

Si tienes 14 años o menos, este artículo te interesa. ¿Por qué 14 años? Porque de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 50 % de las enfermedades mentales surgen antes de esa edad. Esto no significa que después no haya nada que hacer, significa que los niños tienen una responsabilidad muy grande en el cuidado de sus mentes. Es verdad que en esas edades dependen en gran manera de sus padres y de su entorno, pero como niño, puedes ser consciente y hacerte responsable de tu salud desde ya.

¿Qué es salud mental?

Resulta que Dios nos hizo tripartitos, o sea, estamos formados por tres partes: espíritu, alma y cuerpo. Esto queda claro si leemos 1 Tesalonicenses 5:23: Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser —espíritu, alma y cuerpo— irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

El espíritu es la parte eterna del ser humano, aquello que no morirá. El cuerpo es la parte física que necesitamos para habitar en este mundo y el alma es lo que se compone de mente, emociones y voluntad. Y ahí es donde opera la salud mental.

Según la definición de la OMS, “se conoce como salud mental aquello que incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social”. Afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando enfrentamos la vida. Incluso la manera en que tomamos decisiones y nos comportamos con los demás.

Y es por esto que la salud mental está bajo un ataque continuo. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, estima que en 2021 el 15 % de los niños y jóvenes entre los 10 y 19 años en América Latina y el Caribe tienen un trastorno mental diagnosticado.

¿Significa que los niños se están volviendo locos? ¡Claro que no!

Significa que lo que estamos viviendo en la actualidad nos está afectando. La soledad, el bullying, las circunstancias que no podemos controlar, la tristeza, la confusión del mundo en el que vivimos… El hecho de que habitamos un mundo caído que cada día se pierde más está afectando la mente de todos los seres humanos, aun de los más fuertes. Y eso no deja por fuera a los niños.

Todos podemos vivirlo

– David cayó en depresión. Salmo 38:4; 42:11.

– Elías sintió angustia y aflicción. 1 Reyes 18 y 19.

– Jeremías fue presa de la depresión y angustia. Jeremías:29-14-18. Se le conoce como el profeta llorón. ¡Incluso escribió un libro que se llama Lamentaciones!

– Jonás fue desobediente y se dejó llevar por la ira. Jonás 4.

– Job sufrió una terrible depresión. Job 3:3-4.

– Salomón fue presa de la apatía y la desesperación. Eclesiastés 1.

– Pedro se dejó llevar por la duda y el temor. Mateo 14:29-33.

– Jesús ¿Jesús? Sí, Jesús tuvo angustia y tristeza antes de ir a la cruz. (Mateo 26:36-46; Marcos 14:32-42; Lucas 22:39-46).

¿Qué nos enseña esto?

Estos son solo algunos ejemplos, porque la Biblia está llena de historias de personas imperfectas que fueron afectadas en sus mentes antes de cumplir con el propósito que Dios les había dado. Que la mente se ve afectada por las emociones que muchas veces no sabemos manejar, y esto no está mal. Las emociones fueron puestas por Dios como alertas para que aprendamos a adaptarnos y a responder ante las situaciones que vivimos. Las emociones en sí no son malas, de hecho es normal sentirlas, lo que no es normal es estar atrapados en ellas.

¿Cuándo buscar ayuda?

La salud mental no solo depende de lo que hagamos o pensemos, también depende de temas físicos que es importante evaluar.

Por eso, si sientes que hay algo que no está bien, no dudes en pedir ayuda. A tus papás, a un consejero, en tu colegio o con un adulto de tu confianza. Lo importante es que no te quedes callado, recuerda que Satanás busca aislarte para poderte atacar más fuerte.

Para Sandra Planco, psicóloga y consejera, experta en terapia familiar e infantil, “las emociones como ansiedad, angustia y temor son adaptativas, las puso Dios en nosotros para huir del peligro, para escapar de algo que nos pone en riesgo, pero estas emociones surgen y pasan. Pero cuando continúan y continúan por más de dos semanas, cuando ya tienen una afectación general en tu vida; es decir que afecta el sueño, el gusto por la comida, la necesidad de vincularse con los amigos, participar de las actividades que antes te gustaban muchísimo; también si te sientes irritable, tienes la necesidad de llorar constantemente, de vomitar, de usar redes en la habitación y reaccionas agresivamente sin entender por qué, es momento de escuchar ayuda”.

Además, si sientes que tu vida no vale nada y no tiene sentido o tienes deseos de morirte, debes buscar ayuda inmediata. No esperes a que se te pase solo porque probablemente va a empeorar y no podrás manejarlo. Dios también actúa a través de los expertos.

Trabaja en tu relación con Dios

Ten un tiempo diario con Dios, leyendo su Palabra y aprendiendo de Él, pero también orando y buscándolo. Sentirlo cerca te dará paz. Además, aunque las personas a tu alrededor te vean de una manera incorrecta, e incluso tú mismo, no te dejes engañar. Piensa que tú eres importante, cree lo que Dios dice de ti. Él tiene un propósito contigo, por eso necesitas verte como te ve tu Creador, como un ser maravilloso a pesar de tus errores y defectos. Entrégale todas tus angustias y Él te llenará de paz. Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes. 1 Pedro 5:7.

Cuida tu mente y tus pensamientos

A todos nos pasa que nos llegan pensamientos incorrectos. Pueden ser ataques de Satanás o cosas que vemos en redes o en los medios, incluso cosas que otros nos dicen. De nosotros depende alimentar nuestros pensamientos. Si es algo que no te edifica, ¡deséchalo! Llena tu mente con la Palabra de Dios y no habrá espacio para basura ni mentiras. Pero si das espacio para llenar tu mente basura a través de la música, los programas que ve, etc. Seguramente no habrá espacio para la verdad y caerás fácilmente en la confusión. (Romanos 12:2).

Confía en las personas que te aman

A veces pensamos que quienes más nos entienden son los amigos de nuestra edad porque están viviendo temas similares. ¡Pero ellos están tan confundidos como nosotros!

Deja de creer esa mentira de que los adultos a tu alrededor no te entienden. Aunque a veces es difícil comunicarse con ellos, piensa que si te aman, buscarán tu bienestar. Habla con ellos, cuéntales lo que te preocupa y deja que te aconsejen. Seguro Dios les dará sabiduría para ayudarte.

Haz deporte

El deporte es salud, no solo para el cuerpo, sino también para la mente. Un estudio publicado en la revista de la Asociación Médica de Estados Unidos, JAMA Psychiatry, mostró que 30 minutos de ejercicio moderado, cinco veces por semana reduce el riesgo de depresión en un 26 % y aleja enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. El ejercicio nos ayuda a relajarnos, a canalizar el enojo, el estrés y la ansiedad y a tranquilizarnos cuando enfocamos nuestra energía correctamente. Busca la manera que más disfrutes, pero no dejes de moverte.

Lee

Leer la Palabra de Dios continuamente nos da conocimiento de Dios, respuestas e identidad. Pero también busca leer tus libros favoritos, lo que sea de tu agrado y que te edifique. Así, tu mente estará trabajando constantemente y no tendrá tiempo para albergar malos pensamientos.

Dios te quiere bien, completamente bien. En cada una de tus partes. No descuides ningún área de lo que eres y confía en el propósito que Él tiene para ti: No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:6-7.

Por: María Isabel Jaramillo – isabel.jaramillo@revistahyc.com

Foto: Caleb Woods – Unsplash (Foto usada bajo licencia Creative Commons)

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