¿Miedosos o hipercompetitivos?

por Revista Hechos&Crónicas

Cada día es más común que en el interior de las oficinas se dé una competencia entre empleados por demostrar quién es el más productivo, quién vende más o cuál está más capacitado. ¿Está mal ser competitivos?

Cuando estaba en la universidad, mis profesores enfatizaban el hecho de que los estudiantes estábamos formando lazos de amistad que de disolverían al encontrarnos en una entrevista laboral. Según ellos, teníamos que vernos como competencia y no como un grupo de amigos.

Más adelante, al comenzar mi vida laboral descubrí que a muchos de mis colegas les caló esta interpretación y se dedicaron a competir entre ellos. Está bien, todos queremos conseguir el éxito; sin embargo, cuando formamos parte de un equipo de trabajo, esa competencia debe quedar de lado para encaminarse hacia un mismo objetivo. Pero ¿cuándo es sana la competencia?

En Colombia existen 3.179.102 graduados de la educación superior, las carreras que más titulan egresados son: Economía, Administración, Contaduría y afines, Ingeniería, Arquitectura, Urbanismo y afines, Ciencias Sociales y Humanas y las Ciencias de la Educación. Estos egresados se convierten entre ellos en competencia directa.

En el ámbito laboral, la competencia respetuosa debe ser alentada por un buen líder, pues es una vía para desarrollar habilidades, alcanzar metas comunes, permanecer motivados y prosperar laboralmente. Pero una cosa es la sana competencia y otra la hipercompetitividad.

“La hipercompetitividad es aquella que impulsa a las personas a sobresalir, sin importar si se pasa por encima de los demás, y se llega incluso al extremo de poner trampas a sus compañeros que consideran rivales. Es un estado que muchos padecen y que puede parecer provechoso, pero en realidad es altamente nocivo dentro de las empresas”, asegura la psicóloga Diana Hernández.

La baja competitividad  también es un problema para las empresas, pues se trata de personas que se encuentran cómodas en sus puestos de trabajo, sin intención de mejorar, temerosos de cualquier competencia que puede parecer mejor que ellos.

La forma en que reaccionamos a la competencia varía ampliamente. Las personas pueden estar condicionadas por experiencias de la niñez a ver a un colega súper competitivo como un reto —y a responder haciendo un esfuerzo mayor— o como una amenaza, activando un repliegue hacia el miedo y la ansiedad.

De acuerdo con un estudio de 2010 de la Universidad de Harvard, la rivalidad intensa está ligada a una mentalidad de ganar a cualquier costo y a una tendencia a ignorar las perspectivas y decisiones de otros. Otras investigaciones muestran que las personas altamente competitivas se concentran en obtener estatus por encima de realizar su trabajo, y fácilmente anteponen sus intereses sobre los de otros.

El mismo estudio de Harvard asegura que existen tres razones por las que las personas hipercompetitivas necesitan reconocimiento:

  • Inseguridad: Esto sucede en el trabajo, en la familia, y hasta con los amigos. La inseguridad es el mayor impulso para tener una tendencia competitiva, pues necesitamos sentir que estamos por encima de los demás.
  • Creer que merecemos más: No hay nada de malo con esto, si lo hacemos de una manera sana que nos impulse a ser mejores, y ¿por qué no?, a ayudar a los demás a ser mejores. Lamentablemente, la mayoría de personas se compara con los demás y compiten sin sentido porque creen que merecen lo mismo o algo mejor. Por eso suelen hacer sentir a los demás “inferiores” para poder ganar, sin embargo, esto no les hace ganar nada ni mejorar en ningún sentido.
  • Necesidad de dominar a los demás: Cuando no “nos sentimos lo suficientes” creamos la tendencia de recibir reafirmación de los demás, pero no todo el mundo está dispuesto hacerlo, por ello tendemos a querer competir con los demás.

Cuando dejamos de lado la eterna comparación con los demás, nos damos cuenta que todos somos iguales como seres humanos y distintos en el hecho de que tenemos cualidades que nos diferencian, pero cuando entendemos que vamos para el mismo lado, dejamos de lado la competencia y cumplimos con lo que dice 1 Corintios 1:10: “Les suplico, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo propósito”.

Aunque la competencia sana y por un buen motivo es algo valorado como rasgo en los seres humanos, la competencia solo por el hecho de quedar mejor, sólo daña a quien lo hace. Por eso la Biblia es clara: ¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía! Salmo 133:1.

Test: ¿Qué tan competitivo es usted?

Estas preguntas pueden ayudar a determinar su nivel de competitividad. Responda con “verdadero” o “falso”:

  1. Ganar en una competencia me hace sentir poderoso como persona.
  2. No veo a mis oponentes en una competencia como enemigos.
  3. Me gustan las competencias porque me enseñan mucho sobre mí mismo.
  4. No soporto perder una discusión.
  5. La competencia puede llevar a formar nuevas amistades con otros.
  6. Fracasar en una competencia me hacen sentir menos como persona.
  7. No me molesta que alguien me pase en la carretera cuando voy conduciendo.
  8. La competencia no me ayuda a desarrollar mis habilidades.
  9. El éxito en una competencia atlética no me hace sentir superior a los demás.
  10. Si puedo perturbar a mi oponente en alguna forma hasta el límite, lo haré.

Puntaje: Respuestas de “verdadero” a las preguntas 1, 2, 4, 6, 7, 9 y 10 revelan una tendencia hacia la hipercompetitividad. Aquellos que respondieron “verdadero” solo a las preguntas 3, 5 y 8 suelen tener una actitud saludable hacia la competencia.

Test extractado de www.estrategiaynegocios.net.

Foto: Shutterstock

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