Mujer a prueba de prejuicios

por Revista Hechos&Crónicas

Un clamor de justicia e igualdad ha venido resonando en los oídos del mundo durante los últimos años y cada vez parece cobrar más fuerza. Especialmente en América Latina, el deseo de la mujer de gozar de seguridad a cualquier hora del día, de recibir una remuneración acorde con su preparación y de no ser considerada tan solo como un instrumento de procreación, se ha traducido en protestas y discursos polémicos que tampoco pasan desapercibidos para los cristianos.

Ya sea que lleven un pañuelo verde alrededor del cuello, que busquen dignificar su papel con agresivos enunciados a través de las redes sociales o que, por el contrario, lleven su vida con total respetabilidad, sin hacer caso de proselitismos, pero con un carácter firme que no deja brecha para el sometimiento o la manipulación en su vida privada o profesional, lo cierto es que las mujeres se están haciendo notar, generando importantes cambios que podrían impactar en la sociedad, en el concepto de familia e incluso en la espiritualidad.

Vientos de cambio

Quienes nacieron en el siglo XX, recordarán que la imagen tradicional de la mujer era muy hogareña, siempre brindando amor, prodigando cuidados a los hijos y estando al frente del pequeño feudo que era su hogar. La vida transcurría entre muchos quehaceres, alegrías y sinsabores, pero no cabía duda de que había en la consciencia colectiva un respeto rayano en lo reverencial por el rol crucial del género femenino; y, con los años, la mujer demostró estar preparada para enfrentar cualquier suerte de desafío que se le presentase.

Sin embargo, da la impresión de que las generaciones de relevo están olvidando el valor intrínseco asociado  al concepto de mujer y, en su afán por demostrar que son iguales o mejores que los hombres, las jóvenes de hoy se arriesgan a perder esa esencia que ha hecho que, durante siglos, poetas, novelistas y dramaturgos se inspirasen en su feminidad.

Cifras en rojo

El movimiento feminista está transformando el mundo. Comenzó como una serie de protestas aisladas, pero ha cobrado una fuerza imparable y ya está imponiendo su voz no solo en la calle, sino en el seno de las legislaciones, haciendo que se sancionen leyes que fomenten el bienestar de la mujer y contribuyan a su protección frente a las agresiones.

No hay que pasar por alto el hecho de que Colombia es uno de los países con las tasas más elevadas de violencia contra la mujer y, frente a esa triste realidad, no hay “pero” que valga. Y es que, de acuerdo con un informe emitido por Medicina Legal en 2019, la situación está empeorando y, para enero de 2018 se habían registrado 1.080 feminicidios, es decir, 12 más que en el mismo período del 2017. Asimismo, en presuntos abusos sexuales, ha habido un alza del 9,5% y las cifras, de hecho, ya están empapadas de sangre.

Lo más lamentable es que, según el mismo comunicado, son familiares, parejas o exparejas de las víctimas los que se ponderan como principales responsables, de modo que podría deducirse de ello que las colombianas no están seguras ni siquiera en sus casas.

Y ni hablar de las niñas y adolescentes, quienes, en su inocencia o ansias de vivir, son arrancadas de sus seres queridos y les es arrebatada de cuajo la ternura, la alegría y la inocencia.

Falta de equidad en la sociedad colombiana

En el plano laboral, por otro lado, también se registra una marcada desigualdad, que inclina la balanza en favor de los hombres. Estudios realizados por la ONU indican que la brecha salarial a nivel mundial fue del 23% para el 2017, lo que significa que, en promedio, una mujer con la misma formación universitaria y experiencia de un hombre, gana un salario bastante inferior; además, el problema también es de oportunidades y en Colombia esto queda patente con abrumadora claridad, ya que, para el mismo año, la diferencia era del 17%, aunado a un alto índice de desempleo, que hasta diciembre de 2018 fue del 6,8%.

Así, en un mundo de dos caras, que se presenta como igualitario, pero que continúa en desequilibrio, no se pueden desestimar tajantemente algunas de las consignas de las defensoras del feminismo. Y, aún así, es mucho lo que hay que decir a propósito de su manera de proceder y de las líneas de pensamiento que desean imponer, como, por ejemplo, el “derecho” al aborto, que va en contra de toda humanidad y cristianismo.

Clamor pro aborto y natalidad en descenso

Una publicación en redes sociales, por cierto, ha llamado la atención respecto al tema, pues vivimos en un mundo en el que el maltrato animal nos genera repulsión, pero, a su vez, muchas marchan desnudas para lograr que los gobiernos deroguen la ley que les impide arrancarse su progenie del vientre. En pocas palabras, atentar contra la vida de un perro o de una especie en extinción es un delito que se paga caro, pero, para las feministas radicales, matar a sus hijos dentro de su cuerpo es un derecho.

Tan preocupante es la influencia sociocultural del feminismo en todo el mundo que a esto se le debe sumar el descenso en las tasas de natalidad, pues millennials y centennials ya no desean tener hijos, aduciendo excusas referentes a problemáticas mundiales, como la sobrepoblación, la contaminación ambiental y la falta de oportunidades.

Desde luego, no se espera fomentar el embarazo irresponsable, ni las relaciones sexuales a temprana edad y fuera del matrimonio, pero sin duda es notable que estamos atravesando un período que se vaticina oscuro y en contra de los valores tradicionales de familia.

El valor de la mujer en las empresas «Agradeced que las feministas pedimos justicia y no venganza». Esta fue la consigna del Movimiento Feminista de Mallorca (España) durante una de sus protestas en los primeros días del 2020, cuando se trataba, además, de pedir la intervención de la ley de ese país por el asesinato de siete mujeres y una niña a manos de la “lacra de violencia machista”.

No todo es tan negro, sin embargo, ya que, si bien el marco del Día Internacional de la Mujer invita a reflexionar acerca de ello y a trabajar en pro de justicia y equidad —pues ningún ser humano merece ser sexualizado y ultrajado solo por su género—, naciones como Colombia han avanzado a pasos de gigante en materia de derechos humanos; de hecho, según la ONU, nuestro país ha ratificado los tratados internacionales vigentes, promoviendo la igualdad y garantizando la seguridad de la mujer en cada ámbito de su vida.

De igual forma, ciertos estereotipos respecto a la mujer se han venido desplazando, dando pie a un mayor respeto por el desempeño profesional de las colombianas, tanto así que, en la actualidad, las mujeres ocupan un 66% de puestos en la línea directiva de las organizaciones, mientras que en nómina hay un 60% de mujeres y un 40% de hombres, derivando de ello mejores retribuciones para las marcas, porque, ante el público, esto es sello de diversidad e inclusión.

Pruebas

Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. Gálatas 3:28. Dentro del amplio repertorio de mujeres dignas de admiración que registra la Palabra de Dios, puede que una de las más famosas sea Ester. Su historia no solo está envuelta en un romanticismo que inspiraría a cualquier escritor, sino que es testimonio tangible del modo en que nuestro Señor empodera a la mujer y la estima como una princesa digna de su amor, sin necesidad de que esta tenga que salir a la calle desnuda, exigir venganza enmascarada en justicia o reclamar su “derecho” a abortar.

Compitiendo por el amor del rey Asuero de Persia, siendo ella judía y en un mundo en el que aquellos que compartían su fe eran perseguidos, la joven Esther se vio envuelta en conspiraciones de palacio y en una carrera por ganarse en corazón del monarca. Y, como si no hubiera sido suficiente con todo lo vivido, una vez que se casó, descubrió que una espada de Damocles pendía sobre los judíos, el cual estaba amenazado de exterminio por un poderoso enemigo de la corte.

Princesas de Dios

De esta manera, sin otra arma que su fe y con gran temor, tuvo que presentarse en la sala del trono sin ser llamada (lo cual era castigado con la pena capital), a fin de rogar a su esposo que perdonara la vida de su pueblo ¡Qué difícil debió haber sido para esta admirable joven saber que, para salvar a los suyos, debía ponerse en peligro y arriesgarse a perder los favores del ser amado! Pero, el amor de Dios la cubrió e hizo que en el corazón del rey hubiese ternura y compasión.

Ester tenía plena conciencia de que la fe, el valor y la sabiduría tienen mucho más poder que cualquier artimaña que pretenda usarse para cambiar las leyes y reclamar derechos que no son tales. Fueron sus valores, su confianza en el lugar que el Señor le otorgaba y su seguridad en sí misma lo que contribuyó a que llegara a convertirse en la figura bíblica que fue instrumento para salvar a los judíos de una muerte segura.

Así, pues, sigamos el ejemplo de Ester y, como colombianas y cristianas, guiémonos por el diseño del Creador para nuestras vidas y no por las falsas corrientes de pensamiento que el mundo nos quiere imponer, pues no hay nada más bonito que el regalo de ser mujer.

Por: Verushcka Herrera R. / Twitter: @vhrequeijo

Foto: Koke Mayayo / Unsplash

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