Enfrente sus problemas

por Editor

Si hacemos un breve estudio o encuesta entre las personas que nos rodean podemos ver que todos sufrimos de un mal común: tenemos problemas. Por ello he decidido seguir una serie de normas para actuar frente a ellos y salir victoriosos.

“El mejor momento para prevenir un problema es antes de tenerlo”.

Cuando ya tienes un problema, es tarde para la “prevención”, ya hay que pasar de la prevención a la “Solución”. La solución siempre será una “reacción”. Pensar en posibles inconvenientes que se pueden presentar y esgrimir estrategias para contrarrestarlos puede significar el éxito o el fracaso del proyecto que se lleve adelante sin importar el motivo. Cuánto más prevenidos nos encontremos, mejor postura tendremos frente a los imprevistos.

“El mejor momento para arreglar un problema es mientras lo tienes”.

Que tu “solución” termine con el problema y no al revés. Creer que el problema se acabará solo, no es solución, es “ilusión”. Necesitamos tener claro que los problemas se solucionan cuando los enfrentamos, los visualizamos y los desmembramos para poder cambiar la situación presente. Si desaparece mágicamente de nuestra vista sin lugar a dudas habrá consecuencias que nos marcarán que el problema aún persiste, pese a que no lo veamos. Lo más grave es que emergerá en el momento menos indicado y causará efectos poco favorables.

“La mejor forma de arreglar un problema es reconociendo que lo tienes”.

No puedes darle solución a algo que desconoces. Si sabes que tienes un problema y lo niegas, entonces tienes “dos” problemas. Una práctica que nos ayuda a reconocer que hay problemas es escuchar qué tienen para decir los demás de nuestra gestión, de nuestra persona o de la empresa que conducimos.

Nuestros empleados, proveedores, clientes, familia y personas allegadas son una vara de medición. Ellos nos dan indicios de que hay algo por mejorar y que de persistir pueden ocasionarnos daños mayores.

Sonreír y creer que no tenemos problemas con un grifo de agua que gotea, no evitará que aumente la pérdida de agua, se forme un charco y debamos pagar más. El problema está, y para darle solución y llamar a un plomero, debo reconocer que el grifo pierde agua y me causa un consumo innecesario. Es igual con los problemas cotidianos.

“La mejor solución vendrá cuando conozcas a fondo tu problema”.

Piensa, investiga, no lo dejes para mañana. Es mejor un diagnóstico de emergencia que una autopsia impecable. Algunas preguntas que ayudan a pensar con claridad: ¿Cómo nació esta situación? ¿Cómo se acabará? ¿Quién trajo esta situación? ¿Con quién se irá? ¿Qué otras áreas está afectando? ¿Cómo puedo asolarla? ¿Qué recursos tomará la solución? ¿De dónde saldrán?

Cuando podemos responder con sinceridad y responsabilidad estaremos frente a la inminente y sana solución al problema que nos aqueja. Reconocer nuestras debilidades puede fomentar un trabajo en equipo para fortalecerlas. En aquello que reconozco que no soy bueno, puedo ser ayudado por alguien más y así obtener el éxito en el objetivo planteado. En la vida cotidiana esto funciona perfectamente. Si reconozco cuál es mi problema, juntos trabajamos para lograr aquello que nos hemos propuesto.

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